Wolfang Quijada (19), había ido a comprar pescado para su abuela en el mercado campesino de El Tigre, cuando unos sujetos se bajaron de un vehículo y le dispararon por la espalda
Boca abajo y con múltiples heridas de bala quedó el cadáver de Wolfang José Moreno Quijada, de 19 años.
El joven fue asesinado cuando estaba conversando con un vecino en el estacionamiento del mercado campesino de El Tigre.
El suceso se registró ayer a las 7:30 de la mañana, al final de la avenida España, frente a la sede de Dirección de Tránsito Terrestre.
Según testigos del hecho, el muchacho llegó temprano al expendio de alimentos y pasó por un puesto de comida rápida para desayunar una empanada y un refresco.
Después lo vieron caminando entre los tarantines de las verduras y el área de la improvisada pescadería donde compró lo que le había encargado para el almuerzo su abuela Zurilma del Valle Carpio.
Un trabajador informal, que pidió mantener su nombre en anonimato, comentó que momentáneamente perdió de vista a Wolfang, pero al rato observó que estaba en la acera con un chico apodado “zamurito”.
Al lugar se acercaron cuatro sujetos que andaban en un Ford Fiesta, modelo Balita, color negro, placas CAC-95B, con un rotulado de la línea Taxis Orinoquia Express.
Tres se bajaron y dispararon contra los jóvenes. El “zamurito” salió corriendo hacia el sector Parque Ferial, pero Wolfang estaba de espaldas y desprevenido. En el sitio quedaron 18 casquillos de pistola nueve milímetros.
A los pocos minutos, patrulleros adscritos al Centro de Coordinación Policial El Tigre activaron un dispositivo para dar con el vehículo y los presuntos homicidas.
En la entrada del barrio Las Américas, cerca del restaurante La Talanquera, fue avistado el Ford Fiesta negro que era conducido por José Alberto López, quien fue detenido por averiguaciones por la policía científica. Los otros tres implicados lograron escapar.
Horas antes, López había denunciado a la base de Taxis Orinoquia que lo habían atracado, amordazado y dejado en un terreno baldío para robarle el auto.
Eglen Quijada señaló que su hijo Wolfang vivía desde hace años con su abuela paterna Zurilda Carpio. “Mi muchacho no tenía malicia. Creía que todos eran amigos. Era muy alegre y querido en el sector. Estoy segura que lo confundieron con otra persona. No tengo fuerzas para superar este dolor”.
El Tiempo