La práctica del sado es disfrutar del dolor erótico durante el sexo y es más común de lo que crees. Aproximadamente 1 de cada 5 parejas lo practican y 1 de cada 20 de una forma intensa.
¿Por qué disfrutaría del dolor durante el sexo? El dolor libera endorfinas, las mismas que liberas cuando sientes placer. Por lo tanto, cierto dolor ocasiona placer y excitación sexual. Por supuesto, la cantidad de dolor que una persona tolera es muy variable y tienes que conocer tu cuerpo para descubrir hasta qué punto está siendo placentero y no doloroso.
Para empezar a probarlo:
Es muy importante que haya un consentimiento mutuo antes de empezar esta práctica. Platíquenlo en pareja y conoce lo que él piensa y dile lo que tú opinas.
Incluso cuando hayan acordado en hacerlo, la primera vez es para descubrir hasta dónde pueden llegar, así que con cada movimiento pregúntense si está bien antes de elevar el nivel.
¡Dí que no! Si no te está gustando o comienzas a sentir dolor no tienes que seguir sólo porque él lo está disfrutando. El placer es de dos así que alza la voz.
Tengan una palabra clave. Es muy común decir «alto», «para», «no más» y frases de ese estilo cuando se está excitado (por lo que significan lo contrario) así que para que «no» en verdad signifique «no» utilicen otra palabra de común acuerdo para indicarle a tu pareja cuándo quieres que se detenga. Recuerda, el objetivo de esto es disfrutar del placer que un poco de dolor provoca, no lastimar en realidad.
No se trata sobre llegar al orgasmo o a la penetración incluso. El punto es disfrutar de la dinámica y de la intensa excitación sexual que se siente mientras juegan a dominarse. No lo fuerces o te sientas frustrada si no hubo un orgasmo como tal. El sexo no es un camino hacia ese momento, es un fin en sí mismo. Disfruta cada segundo.
La comunicación es básica. En ese momento es muy difícil leer el cuerpo de tu pareja para saber si lo está disfrutando, así que cuando hayan terminando y estén entre las sábanas platiquen sobre su experiencia. Qué les gustó, qué no, qué más les gustaría experimentar, etc.
Dolor = «rico»
Para principiantes, comienza con pequeñas mordiditas por todo su cuerpo. El cuello, los muslos, el pecho y los labios son de las zonas más sensuales. ¡Ojo! no te sientas vampira y le saques sangre, las mordidas son superficiales.
Jalarse el cabello puede ser muy sexy, sobre todo durante el sexo oral. Direcciona su cabeza hacia donde más te gusta o marca el ritmo jalando su cabello y él puede hacer lo mismo con el tuyo.
¿Una nalgadita? De los movimientos más excitantes y divertidos. En cuatro puntos es mucho más dominante y si lo estás montando como vaquerita es juguetón y sexy a la vez. Si quieres elevar el nivel de las nalgadas puedes usar ‘sex toys’ como las palas de ‘spank.’
Amarra a tu pareja a la cama. Una esposas, cuerdas, bufandas o hasta corbatas. La sensación de control al sentarte sobre él es absolutamente excitante y el que está dominado se puede dejar llevar sin hacer esfuerzo y sólo disfrutar.
Vendarle los ojos a tu pareja o vendártelos tú es muy emocionante pues te pones a disposición del otro y tus sentidos están más alerta por lo que todo lo sientes con mayor intensidad. Para elevar el nivel juega con temperaturas, hielos o cera de vela por ejemplo. Recuerda, todo sin lastimar.
Uno de los movimientos que provocan más adrenalina es que tu galán te cargue y te lance contra la pared o te ponga sobre un mueble para tener sexo ahí. No te preocupes si algo se cae y se rompe, el sonido de cosas quebrarse también es excitante.
Fuente: Veintitantos