¿Sabías que el maratón, la competencia deportiva basada en una carrera de resistencia física, tuvo su origen en la Grecia clásica? Aún más, ¿sabías que este desafío deportivo arrancó con la leyenda de un mensajero que se sacrificó para poder entregarle a los griegos un mensaje de vital importancia para su supervivencia? ¡Conoce el resto de la historia aquí!
El dominio de los persas
A mediados del siglo VI a. C., el emperador persa Ciro II el Grande obtuvo el control sobre las islas griegas del mar Jónico.
El control de Ciro estaba respaldado por la tenencia de un ejército que contaba con millones de combatientes. Al mismo tiempo el invasor optaba para afianzar su poder en las nuevas tierras dominadas, por alimentar las rencillas entre los locales.
Pero el gobernante de la isla de Mileto supuso que podría aprovechar la voluntad unitaria de los pueblos griegos continentales para repeler al monarca persa.
La rebelión jónica duró poco, principalmente porque de todas las polis conjuradas por Mileto para combatir, solo Atenas respondió afirmativamente. En el año 499 a. C., una pequeña flota ateniense desembarcó en tierras orientales, para dirigirse de inmediato a Sardes, una satrapía o ciudad circunscrita al control del Imperio persa.
En Sardes, los atenienses barrieron con el cuartel de los persas, al punto de que las fuerzas del imperio tuvieron que replegarse varios kilómetros, antes de poder reordenarse y preparar el contraataque. Cuando Ciro se enteró de la derrota que sus soldados habían sufrido, juró que Atenas pagaría por su insolencia. Una vez sometidas las islas Jónicas, el emperador lanzó su mirada allende el mar.
La primera guerra médica
La amenaza de Ciro se cumpliría pronto, en la forma de una invasión; pero no sería ejecutada por él sino por su heredero, Darío I. Con dicha arremetida, el Imperio persa buscaba doblegar a Atenas, y junto a ella a todas las polis griegas que buscaran oponérsele. Pero las cosas no saldrían de acuerdo a lo planeado.
Desde el enfrentamiento en Oriente, los atenienses habían comprendido la importancia de contar con un ejército bien entrenado y una fuerza naval autosuficiente. Para cuando Persia atacó, los atenienses ya estaban militarmente bien organizados, y más importante aún, habían internalizado el valor de luchar por su libertad.
La batalla de Maratón y el sacrificio de Filípides
El choque se dio en las planicies y las playas de Maratón, donde la flota persa había desembarcado. Los atenienses decidieron no esperar a que el enorme ejército cayera sobre ellos. En vez de eso, asaltaron por sorpresa al campamento persa.
La batalla duró cinco días, al final de los cuales las bajas de los persas ascendían a 6 mil, mientras que los atenientes habían perdido apenas alrededor de 120 hombres. Dispersos por el ataque de los hoplitas griegos – bien y mejor organizados-, los persas huyeron a sus barcos, zarparon de la costa y se dirigieron contra Atenas.
La victoria levantó la moral de los griegos, pero todavía hacía falta ir hasta la ciudad, para avisar sobre la proximidad del siguiente ataque persa. Para cumplir con esta misión se ofreció el soldado Filípides. Este corrió sin parar 42 kilómetros y 195 metros para dar la noticia, luego de lo cual, según la tradición, Filípides murió.
En honor a la hazaña de Filípides se instauraron las carreras de resistencia física conocidas como maratones.
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