El fecalismo canino al aire libre se ha convertido en un grave problema ambiental con fuerte repercusión en la salud de las personas y los animales. Para controlarlo, es importante manejar en forma adecuada los desechos de nuestras mascotas y brindar información a quienes ignoran sus consecuencias sobre la salud humana, especialmente la de los niños.
Argentina es el país de América Latina con mayor porcentaje de mascotas en los hogares. Se pueden contabilizar en el ámbito nacional alrededor de 8 millones de perros y 2 millones de gatos. Solo en la Ciudad de Buenos Aires conviven con sus dueños más de 450 mil perros, mientras que hay otros 20.000 abandonados que sobreviven en la vía pública.
La clave: salir con una bolsita
Es importante que el dueño recoja los excrementos de su perro o de su gato. Deben ser desechados en forma apropiada, para evitar que al desintegrarse se incorporen al aire que respiramos, lo que da origen a numerosas enfermedades.
Al fecalismo canino al aire libre se agrega el producido por gatos, aves, palomas y roedores, inclusive el del ser humano. Esto produce un problema sanitario muy serio, que se suma a los altos índices de contaminación de las grandes ciudades como Buenos Aires.
La materia fecal que se deja en plazas y veredas se seca y se transforma en polvo. Contribuye a la polución del aire, del acuífero subterráneo, de depósitos de agua, de lugares de esparcimiento y, además, de diversos alimentos elaborados en la vía pública.
Según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un perro de 15 kilos evacua por día alrededor de 600 gramos de excremento, lo que significa un total de 18 kilos al mes, que se depositan en la calle o en las plazas donde los lleva su dueño o el paseador. Por eso, prácticamente no hay parques y plazas en Buenos Aires libres de parasitosis, geo helmintiasis, que afectan especialmente a los niños por ser los más expuestos.
Larga lista de enfermedades
Los gérmenes provenientes de las heces que se desechan al aire libre se introducen en el organismo del ser humano por medio de la respiración o al ingerir alimentos preparados en la calle. Esto ocasiona infecciones por parásitos (lombrices, amebas o bacterias), y enfermedades del aparato digestivo, la visión, el corazón, el hígado y la pie.
Estas enfermedades también afectan a los animales, que luego las transmiten en su contacto con el ser humano. Algunos ejemplos son:
1. Parásitos: ascaridosis, filariasis, hidatidosis, sarna, leishmaniasis, amebiasis hepática y toxoplasmosis.
2. Bacterias: salmonelosis, brucelosis, tuberculosis, leptospirosis, cólera y shigelosis.
3. Virosis: hantavirus, rabia, hepatitis y neumonitis virósica.
4. Hongos: dermatofitosis.
5. Alérgenos: dermatitis cutánea.
¡Tomemos conciencia!
Es un problema que entre todos podemos controlar. Debemos manejar en forma adecuada los desechos de nuestras mascotas y proporcionar información a quienes ignoran la gravedad de no hacerlo.
La sociedad debe insistir en la necesidad de recoger las heces de las mascotas de la vía pública, dado el peligro que significa el fecalismo canino al aire libre para la salud humana.
Fuente: LP