Así como ella cientos de personas esperaban en fila a que les llegara el turno de comprar dos cremas dentales, dos paquetes de harina precocida y dos paquetes de arroz en un establecimiento comercial de Naguanagua. Darwin Rojo conserva un recuerdo vago. La última vez que no hizo cola fue para comprar un refresco en un automercado. “Hoy todos estamos sometidos a estas colas. Sean mujeres, ancianos, discapacitados o compres cualquier cosa”, sostuvo.
Los valencianos están condenados por su terminal de cédula, sentenció Carla Rivero. Cada ocho días debe concurrir a los mercados cercanos y ver qué consigue. En promedio invierte unas cinco horas en cola y puede visitar hasta tres abastos el mismo día. Rivero es abogada y entre sus ocupaciones no puede dejar a un lado hacer colas.
información de El Carabobeño