El próximo 21 de marzo es el Día Mundial de Sensibilización sobre el Síndrome de Down y durante todo el mes, en muchas partes del mundo, se informa sobre esta condición, también conocida como trisomía 21, que se produce cuando una persona al nacer tiene una copia extra del cromosoma 21. Esta trisomía provoca una serie de características físicas, cognitivas y de desarrollo que varían en cada individuo, pero que, ciertamente, no definen la totalidad de la persona. Cada individuo es único y posee habilidades y personalidades diversas. Desde el punto de vista cognitivo, las personas con Síndrome de Down pueden experimentar un rango de dificultades de desarrollo que pueden afectar su aprendizaje y habilidades sociales. Sin embargo, con el apoyo adecuado, muchas de ellas llevan vidas plenas, pueden asistir a escuelas regulares, participar en actividades comunitarias, hacer deportes, tener parejas y hasta desarrollar carreras exitosas. Por eso es tan importante que todos entiendan cómo la inclusión de personas con discapacidad es un aspecto fundamental en la construcción de sociedades justas, porque se trata del reconocimiento de los derechos y la dignidad de todas las personas, independientemente de sus capacidades.
Vivir dentro de un entorno inclusivo es esencial para las personas con Síndrome de Down y en general, para todas las personas que padecen de alguna discapacidad física o mental. Esto incluye desde la educación en las aulas hasta la participación en actividades laborales y sociales. Y puedo dar fe, por la cercanía que tengo con muchas personas que tienen esta condición, que las experiencias de inclusión no solo benefician a las personas con Síndrome de Down, sino que enriquecen aún más a toda la comunidad que los acoge, porque promueven la empatía, la comprensión de la diversidad y la aceptación, tres cualidades cada vez más escasas en un mundo cada vez más hedonista y egocéntrico.
Si todos entendiéramos que el Síndrome de Down, como dije antes, representa solo una parte de la vida de una persona y no su totalidad, el mundo sería un lugar mucho mejor para todos, porque la inclusión se refiere a la integración plena y efectiva de las personas con discapacidad en todos los aspectos de la vida social, económica, educativa y cultural. Esto significa que se les deben brindar las mismas oportunidades y derechos que a las personas sin discapacidad, desde eliminar las barreras físicas, como la falta de accesibilidad en edificios, transporte y espacios públicos; las barreras económicas, como las desigualdades en el acceso al empleo y a servicios y la más importante: las barreras sociales y culturales, como la estigmatización, los prejuicios, la burla, generalmente provenientes de la falta de conocimiento sobre la discapacidad.
La educación es un pilar fundamental para la inclusión. Un enfoque inclusivo en las escuelas permite que los estudiantes con discapacidad aprendan junto a sus compañeros, en un entorno que fomente la diversidad. Los compañeros del Instituto de Educación Integral en Maracay de mi hija Tuti, una joven con necesidades especiales y muchas dificultades, son hoy mejores adultos por haberla tenido a ella de compañera.
Varios países han implementado leyes y políticas para promover la inclusión de personas con discapacidad, incluyendo Venezuela. Estas normativas establecen derechos claros y obligaciones. Sin embargo, la implementación efectiva de estas políticas sigue siendo un desafío. Hago votos de que haya un cambio de percepción y que cambien las actitudes negativas hacia las personas con discapacidad. Ellos pueden ser tan amigos como cualquier otro amigo. Necesitan comprensión, no lástima. Necesitan compañía, no indiferencia. ¿Nos atrevemos a cambiar?
Carolina Jaimes Branger
@cjaimesb