Carlos Sarmiento Sosa: El gatopardismo: ¿Una conducta recurrente en la historia?

Comparte esta noticia:

Carlos Sarmiento Sosa: El gatopardismo: ¿Una conducta recurrente en la historia?

 

«Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie«. Príncipe Fabrizio Salina en Il Gattopardo

Para algunos amables lectores parecerá extraño el calificativo que titula este artículo pero, con toda seguridad, conocen -y quizá sobradamente- la conducta a la que con él se define, de lo que se percatarán cuando culminen la lectura de texto que sigue.

El Gatopardo (“Il Gattopardo”, su título original en italiano) es una novela del escritor siciliano Giuseppe Tomasi di Lampedusa, publicada póstumamente en 1958 en la que retrata la decadencia de la nobleza siciliana en el contexto de la unificación de Italia entre 1860 y 1910, también conocido como el “Risorgimento”[1], que consistió en la anexión de diversos estados italianos al Reino de Cerdeña y, finalmente, la creación del Reino de Italia en 1861 bajo la monarquía de la Casa de Saboya.

El protagonista, el príncipe Fabrizio Salina, es un noble siciliano que observa con escepticismo y resignación la transformación de la sociedad. Su sobrino, Tancredi, decide adaptarse a los cambios y se incorpora a los sectores revolucionarios para conservar el poder y el estatus.

Lampedusa va narrando cómo los nobles del reino de Sicilia, a pesar de su aparente resistencia al cambio, termina cediendo su lugar a la nueva élite económica y política que ocupa el poder, pues aquellos de alta alcurnia se encontraban en una profunda crisis económica y, al verse ante la disyuntiva de ser desplazada por una burguesía emergente y acomodaticia que se decía revolucionaria y daba vivas a los insurgentes y a Giuseppe Garibaldi[2], pactó con el nuevo régimen para conservar sus privilegios, al son de la ópera “Nabucco “y del famoso Coro de los esclavos hebreos, «Va pensiero«, de Giuseppe Verdi.

En la novela, el autor escenifica el acuerdo entre ambas clases a través del matrimonio entre Tancredi Falconeri, sobrino del príncipe Salina, y Angelica Sedara, hija de Don Calogero Sedara, un burgués enriquecido utilizando toda clase de triquiñuelas. Tancredi, al casarse con Angelica, accede a la fortuna de su familia y garantiza su supervivencia dentro del nuevo orden.

Por su lado, la burguesía que va surgiendo a raíz del “Risorgimento” carece de legitimidad social: Don Calogero, aunque rico, carece del linaje y de la aceptación social de la aristocracia. Su hija Angelica, al contraer nupcias con un noble como Tancredi, permite que la nueva clase económica se mezcle con la vieja nobleza y adquiera prestigio.

La novela fue un éxito inesperado para los editores al punto que, al poco tiempo de su publicación, se consideró una de las grandes obras de la literatura italiana de siglo XX, dando origen al calificativo «gatopardismo» para describir aquella estrategia política en la que las élites aparentan aceptar los cambios, pero en realidad los manipulan para preservar su dominio al cobijo de los nuevos gobernantes, dejando de lado el cambio real en las estructuras de poder que éstos decían promover. Fue llevada al cine en 1963 y recientemente ha sido estrenada una nueva producción televisiva con el mismo nombre, El Gatopardo.

He querido referirme a este tema porque, desde tiempos inmemoriales que se remontan más allá de la época que escribe Lampedusa, cuando se han producido movimientos dizque para derribar el statu quo, se han dado esos fenómenos en los que la nobleza -llámese oligarquía o grupo dominante o cúpulas-, viendo peligrar su posición, acepta que “( … ) todo cambie” para “( … ) que todo siga como está”; y los otros, desprovistos de alcurnia o de riqueza o de poder, salvan a los nobles y crean un modus vivendi que, con algún maquillaje, a ambas clases le permite convivir. He ahí reflejado el gatopardismo, que ustedes, lectores, han identificado.

Pero no sólo ello opera a niveles de una sociedad pues se da en otros estratos cuando, por ejemplo, sindicatos y patronos firman convenciones colectivas acomodaticias que aparentan mejoras para los trabajadores cuando en realidad son migajas a cambio de “honorarios” para los dirigentes sindicales, y así conviven sin huelgas ni conflictos; y en la política se puede observar cuando en una dictadura partidos minoritarios sin ningún chance se allanan a las pretensiones del gobernante de turno para convalidar torticeros acuerdos políticos en trueque de una partida económica para el “partido” o para la “campaña”, y así compartir pacíficamente una aparente democracia. A esos se les llama despectivamente “alacranes”, “enchufados” y otros epítetos, pero simplemente su comportamiento es gatopardiano.

En fin, el pacto entre la nobleza y la burguesía en El Gatopardo refleja cómo las élites -sean cuales sean-, unas pueden transformarse para perpetuar su dominio, mientras que las otras se integran para adquirir posición y prestigio.

Me pregunto: ¿Será una conducta recurrente en la historia?

[1] El proceso de unificación de Italia que tuvo lugar entre 1815 y 1871, cuando los diversos estados y reinos que conformaban la península italiana se integraron en un solo Estado nacional: el Reino de Italia.[2] Giuseppe Garibaldi ha pasado a la historia como uno de los principales impulsores de la Unificación de Italia bajo la monarquía de la Casa de Saboya. Rubén Darío lo llamó “prodigioso mosquetero de la Libertad y aventurero de la Gloria”, le dedicó además el artículo “El hombre de la camisa roja” y una estrofa de su Oda a Mitre (1906), sobre la sustancial emigración italiana a la Argentina. Por sus luchas en Italia y Sudamérica, desde siempre se le ha llamado el ”héroe de los dos mundos”, de Europa y de América.

 

Carlos Sarmiento Sosa

 

Los ojos en gatos y sus enfermedades | Cómo reconocerlas - Santévet

Las opiniones emitidas por los articulistas  son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de Confirmado.com.ve