El calendario se ha llenado en las ultimas semanas de manifestaciones a favor y en contra del presidente Jair Bolsonaro en un ambiente preelectoral aunque Brasil entra en la tercera ola de contagios y aún quedan 15 meses para las presidenciales. El mandatario y la izquierda liderada por el expresidente Lula da Silva se han turnado los últimos fines de semana para sacar a sus fieles a la calle. Bolsonaro ha convocado la cuarta marcha motera para el próximo sábado, siete días después de que decenas de miles de izquierdistas reclamaran su destitución en un proceso de impeachment por su responsabilidad en el medio millón de muertos de la pandemia.
Bolsonaro y los partidos y movimientos sociales izquierdistas se turnan para exhibir su fuerza y elevar los ánimos de los suyos aunque el país todavía suma más de dos mil muertes diarias y solo ahora la vacunación empieza a adquirir ritmo. En las últimas ocho semanas, el presidente ultraderechista ha marchado tres veces a la cabeza de caravanas con miles de motociclistas en Brasilia, Río de Janeiro y São Paulo mientras en dos ocasiones la izquierda ha celebrado protestas que han reunido a cientos de miles de personas en decenas de ciudades. Lula por ahora, se reserva. No ha salido a manifestarse.
Las encuestas, a las que tan aficionados son los brasileños, revelan un aumento de rechazo a Bolsonaro y que el antipetismo, favor clave en la victoria electoral del militar retirado, va perdiendo fuerza desde que Lula recobró sus derechos políticos con la anulación de sus condenas. Este lunes fue absuelto en otro caso más de corrupción.
El convencimiento de que parte de las 500.000 muertes alcanzadas el sábado pasado podrían haberse evitado con un mandatario que no fuera negacionista y el temor que generan sus gestos autoritarios han llevado a la izquierda brasileña a concluir que es hora de trasladar la presión a la calle. Aprovecha el desgaste que genera en el Gobierno el goteo de revelaciones de la comisión de investigación parlamentaria que analiza la gestión de la pandemia. Son comparecencias televisadas que muchos brasileños siguen como si fueran una serie y que muestran cómo el Gabinete ignoró sistemáticamente las primeras ofertas de vacunas por parte de las farmacéuticas y convirtió en política de Estado la promoción de la cloroquina, un medicamento ineficaz ante la covid.