Beatriz de Majo: Debacle

Beatriz de Majo: Debacle

 

“El Consejo de Ministros televisado en cadena nacional, a hora de máxima audiencia, ha retratado este martes el momento caótico que vive el Gobierno de Petro”. Así relató el diario español El País el triste momento vivido por Colombia esta semana cuando ante la nación entera Gustavo Petro decidió mostrar el color de la ropa interior de su gobierno. Así se ha visto el episodio desde afuera. Desde adentro de Colombia es mucho más erosivo.

De todo lo que está ocurriendo allí lo más deplorable de este lamentable espectáculo no fueron los desencuentros flagrantes que se suscitaron entre los miembros de su equipo de gobierno y los ataques de sus adláteres hacia el presidente, sino el percibir claramente que no hay unidad de criterio entre ellos ni tampoco con quien lleva la batuta frente a temas cruciales para la nación.

No hay espíritu de cuerpo ni compromiso colectivo de parte de quienes tienen la responsabilidad de manejar una nación en crisis interna y externa. No creo que haya una cabeza pensante dentro del conglomerado ministerial que sea capaz de entender el rumbo que Gustavo Petro plantea asignarle a su país. Mas de uno de los ministros se debe estar interrogando sobre la capacidad del líder que los comanda hasta de discernir con justeza.

Entre sus colaboradores más inmediatos se puso de bulto lo que ya la prensa y la colectividad han rechazado: el desatino de designar como figuras claves en su gabinete a personas altamente cuestionadas en lo ético, moral y legal y de imponerlas al resto de sus colaboradores. Pero eso también es pecatta minuta.

Lo que si es abultado es que hubo allí una rebelión, particularmente del petrismo pura sangre. Ello es tan notorio que toca preguntarse como hará el cordobés para poder terminar su mandato con algo positivo que exhibir.

La reiteración de parte del mandatario de su postura brabucona y fanfarrona frente a la primera potencia mundial da una idea de lo desorientado que puede estar quien debe llevar las relaciones externas de su país y su equivocada percepción de su fortaleza de cara al gigante norteamericano. La dependencia de Colombia de su relación económica con los Estados Unidos es de una naturaleza tal que no es posible asumir ninguna otra respuesta que la de plegarse a las imposiciones de Washington por atrabiliarias, injustas o equivocadas que ellas puedan ser y de negociar, eso si, con los gringos para rescatar lo rescatable. Ello si Colombia está dispuesta a invertirse en serio a combatir la narcoguerrilla y a contener la emigración.  Pensar en una guerra arancelaria con los Estados Unidos es suicida.

Me he negado a ser de los que piensan que una guerra arancelaria que arrodille a Colombia puede ser la estrategia a desarrollar por el Pacto Histórico con Petro a la cabeza para que no se celebren elecciones en el 2026. Ya Maduro del otro lado de la frontera se le ocurrió algo similar usando a Guyana para armar un conflicto bélico. Solo que Petro debería tener en cuenta que Guyana y Estados Unidos no son similares ni en talla ni en poder.

La gobernabilidad del presidente ya está cuestionada por el desapego de los colombianos. La parálisis económica hace estragos, la desinversion y el desconsumo por igual. Las dificultades internas que se han agravado en las últimas semanas en el terreno de la seguridad le estarían complicando la agenda a Petro si no es que hay un contubernio con el madurismo eleno para mantener la inestabilidad y la zozobra en el Catatumbo.

Después del espectáculo público que patrocinó Gustavo Petro le va a costar hacerse respetar de todos. Es él quien en primera instancia ha armado todo un tinglado en el que el balance es la pérdida de majestad de su propio cargo.

 

Beatriz de Majo

 

 

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