Beatrice E. Rangel: La Servidumbre del Siglo XXI

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Beatrice E. Rangel: La Servidumbre del Siglo XXI

En la Edad Media la mayoría de la población estaba atada a una suerte de esclavitud no declarada gracias al resguardo del conocimiento y el monopolio de la tierra entre las elites. Así la mayoría de los pueblos estaban atados a una vida de pobreza de la cual solo se salía logrando acumular dinero por realizar tareas especiales; distinguirse en un campo de batalla o convertirse en un excepcional teólogo.

Un amplio sector de los pobres estaba constituido por los destituidos. Este grupo social estaba compuesto por campesinos y siervos de la gleba que habían perdido sus modus vivendi gracias al cambio tecnológico que había aumentado sensiblemente la productividad por hectárea labrada en la Alta Edad Media. Esta fue la gente que inicio los cinturones de miseria alrededor de las grandes ciudades que varios siglos después se nutrieron con los desempleados creados por la Revolución Industrial.

Algo similar estamos presenciando hoy ya que la revolución tecnológica iniciada en las postrimerías del siglo XX ha creado una nueva servidumbre a nivel mundial. Esta servidumbre esta compuesta por aquellos mortales que carecen de conectividad, destrezas digitales y equipos de conexión al mundo de la Internet. Se calcula que la nueva servidumbre abarca la cifra de 2.6 billones de personas en el mundo o el 32% del total de la población mundial. En este grupo de personas la mayoría no solo carece de conectividad y de equipos de computación sino de las destrezas digitales para participar en la economía de los servicios que es el sector de mayor crecimiento y mejor retribución laboral. Quedan así presos en la celda de la economía informal que no solo genera ingresos bajos sino que los condena a nunca desarrollar las destrezas que les permitirían acceder a estratos más ricos de la escala laboral.

En América Latina la tasa de ausencia de conectividad oscila entre el 26% y el 30% de la población total lo cual representa entre 280-285 millones de personas. A esto se añade que el 7% de la población vive en áreas de cero cobertura y que el 28% de la población con cobertura no accede a la internet. Cuando analizamos la variable destrezas digitales nos encontramos que en América Latina solo el 30% de la población cuenta con habilidades básicas para el uso y explotación de las fuentes de conocimiento de la internet. En Europa el 80% de la población tiene esas habilidades y el 20% que carece de ellas esta representado por el segmento de mayor edad.

Esta situación condena a un inmenso segmento de la población Latino Americana a permanecer en la marginalidad o informalidad económica. Esto significa que entre 120-150 millones de personas son los ciervos de la gleba modernos. Suponiendo que tanto el sector publico como el sector privado- cuyas practicas tiene mucho que ver con la creación de marginalidad- se pusieran de acuerdo en un plan de inclusión digital de estas personas el PIB regional crecería entre el 2% y el 4%. Estas cifras son igual o mayor que la actual tasa de crecimiento regional que es del 2%. Y la productividad de la región se incrementaría entre el 25% y el 40%. Lago que no ha ocurrido en 500 años.

Cerrar la brecha digital requiere de la remoción de monopolios en el mercado interno de cada nación como lo está haciendo Javier Milei en Argentina al desregular la economía y poner en jaque el poder de los sindicatos y gremios. También funcionan las políticas del estados chileno de garantizar conectividad y equipamiento en las escuelas. Y desde luego habría que abrir el mercado de las telecomunicaciones a jugadores globales de calidad porque son estos los que garantizan la reducción de precios y la mayor cobertura. La privatización de los servicios de comercio y la imposición de reglas de competencia entre las empresas que prestan esos servicios es fundamental para que se produzcan innovaciones que abran el mercado a los sectores de menores ingresos. En la región la privatización de las telecomunicaciones no ha funcionado para el desarrollo de la conectividad porque las dos empresas que por más de tres décadas terminaron ocupando el espacio dejado por las telcos publicas rápidamente se las ingeniaron para crear oligopolios en los que el margen de ganancia se ha derivado de servir a las elites. De allí que no hayan incurrido en innovaciones significativas para incluir en el mercado a los sectores informales. Ni hablar de que hayan competido o innovado. Pero al parecer con el retiro de una de ellas de la región el proceso de cambio se ha iniciado. Y ese proceso de cambio se ve prometedor porque no solo iniciaría la modernización de las economías Latino Americana sino la liberación de 120-150 millones de seres de la pobreza.

 

Beatrice E. Rangel

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