Picazón, ardor, dolor al mantener relaciones sexuales e infecciones urinarias suelen ser señales que acompañan a la atrofia vaginal. “Se trata del adelgazamiento de la mucosa que recubre la vagina como consecuencia de la disminución o ausencia de estrógenos”, así define esta dolencia Sofía C. Herrera Mendoza, ginecóloga, obstetra y cosmetóloga ginecológica. Las mujeres menopáusicas son más propensas a padecerla porque, sus ovarios, han dejado de producir estrógenos. Eso sí, no son las únicas.
“Pacientes con tratamientos antihormonales para endometriosis o cáncer, que las llevan a una menopausia artificial, también pueden sufrirla”, acota. Y, en menor medida, algunas mujeres que toman anticonceptivas. Los síntomas físicos que presentan son genitales externos pálidos, pérdida de elasticidad y pliegues naturales de la vagina y disminución del tamaño de los labios menores. Todo esto afecta sus vidas sexuales y les produce dolor durante el coito que se agrava por falta de lubricación y excitación.
“La lubricación en la mujer no depende 100% de las hormonas. El deseo sexual y la excitación se deben a funciones superiores (cerebrales) desatadas por distintos estímulos. Una mujer con atrofia vaginal puede lubricar espontáneamente pero esta sensación suele ser menor a la de su etapa reproductiva”, aclara. Por fortuna, existen diversos tratamientos que ayudan a mejorar la vida de la paciente.
La terapia hormonal de reemplazo por vía oral funciona para algunas pacientes pero no para todas. A veces necesitan administrarla directamente con cremas en la vagina. “Algunas desarrollan una especie de intolerancia al producto y abandonan su uso. Otras dicen que se cansan y les parece poco práctico colocarse la crema o el óvulo”, explica la especialista. Afortunadamente, hay otros métodos para aliviar las molestas sensaciones.
Las mujeres con contraindicaciones para recibir terapia hormonal pueden optar por el tratamiento no hormonal homólogo, que es el plasma rico en plaquetas vaginal. “Es un procedimiento que se realiza por un ginecólogo y consiste en obtener plaquetas de la paciente que, luego de procesarlas y concentrarlas, se introducen en la mucosa vaginal por medio de micro inyecciones”, explica. Es una terapia poco invasiva, segura y efectiva. Si bien la atrofia vaginal no puede curarse porque el proceso de envejecimiento es inevitable, sí es posible aliviar las dolencias pero, si se suspende el tratamiento, podrían reaparecer los síntomas.
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