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Argentina, cuando viajar no es un placer

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Argentina, cuando viajar no es un placer

Salir al extranjero se ha convertido en una carrera de obstáculos para los ciudadanos. Los argentinos siguen padeciendo restricciones para adquirir divisas y el Gobierno grava sus compras y extracciones de cajeros automáticos en el exterior.

 

El día a día de los argentinos resulta complicado pero mucho más cuando se trata de subirse a un avión, cruzar los Andes por tierra o atravesar cualquiera de las fronteras que mantiene el país con Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Chile.

 

Dar el salto a Europa o a Estados Unidos forma parte de una experiencia, como las anteriores, cuando menos compleja. La flexibilización del «cepo al dólar» de este mes, a efectos reales sólo permite a un 30% de la población adquirir, en teoría sin dificultades, divisas extranjeras al cambio oficial (unos 8 pesos por dólar). El porcentaje de afortunados con acceso a «billetes verdes» se redujo en el momento en el que el Gobierno exigió disponer de unos ingresos fijos mínimos de 7.200 pesos (unos 900 dólares) , equivalente a algo más de dos veces el salario mínimo que es de 3.500 pesos (cerca de 440 dólares).

 

Con esa premisa, el 70% de la gente no puede comprar dólares, euros ni cualquier otra moneda extranjera de aquellas que necesita para viajar al exterior.

 

En el supuesto de que el argentino responda al perfil tradicional, haga acopio de dólares, -aunque los tenga que comprar en el mercado negro a un precio superior (al menos 20 por ciento más caro)-, y disponga de un colchón de divisas, debe cuidarse mucho de cruzar la aduana con más de diez mil. Ese es el límite, nacional e internacional, que permiten las autoridades sacar (y entrar) de su territorio. La Afip (Administración Federal de Ingresos Públicos) establece ese tope o «su equivalente en otras monedas, metales preciosos y cheques de viaje» para los mayores de 16 años. Los menores de esa edad disponen de un máximo de cinco mil.

 

Para comprar billetes de avión, los argentinos y residentes permanentes gozan de ciertas ventajas. Sus tarifas son más baratas. «No hay establecido un precio. Cada compañía decide por su cuenta», observan los agentes de viaje consultados. Un ejemplo ilustra el escenario. «Un pasaje a Cataratas para un argentino puede costar 1.500 pesos y ese mismo pasaje para un extranjero asciende a 2.700», advierten en Les Amis, una de las agencias más populares del país.

 

Dicho esto, una vez que el argentino logra cruzar la frontera podrá gastar libremente sus divisas y comprar en efectivo lo que le venga en gana. Cosa diferente es intentar retirar fondos de cajeros automáticas o pagar esas mismas comparas con tarjetas de crédito o débito.

 

La brecha entre el cambio oficial y el paralelo –puede superar el 20 por cien- favorecía las compras en el exterior con el dinero de plástico hasta que en septiembre del 2012 el Gobierno decidió intervenir progresivamente y aplicar impuestos a esas compras. Lo hizo con una secuencia que arrancó con el 15%, siguió con el 20 y la última, en diciembre, que fue del 35%. En rigor, se trata de “retenciones” que se devuelven un año más tarde al presentar la declaración de la renta. «Pero es tarde, porque eso significa que la inflación se lo ha comido todo», observa Silvia N. periodista económica.

 

En el caso de los cajeros el escenario no es muy diferente. A mediados del año pasado, en mayo, el Gobierno decidió que únicamente se podría retirar dinero en efectivo en los países limítrofes por un valor de 50 dólares por mes mientras que en otros destinos del planeta el tope sería de 800 dólares. La medida fue el resultado del estallido del bautizado «dólar Colonia», en honor a la histórica ciudad uruguaya vecina de Buenos Aires, en el otro margen del río de la Plata.

 

Los argentinos cruzaban en el «buque bus» y en menos de una hora estaban en otro país. Rápidos de reflejos, aprovechaban el cambio oficial para realizar extracciones en dólares que bien atesoraban luego para el ahorro o, a su regreso a Argentina, cambiaban en el mercado negro haciendo un negocio redondo. Con este método, durante los cuatro primeros meses del pasado año los argentinos se hicieron con más de 160 millones de «dólares Colonia», según el Banco Central. Hoy, eso forma parte del pasado.

 

ABC

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