Cualquier situación que revele una crisis educacional, es porque -sin duda- padece de una patética despreocupación por la educación. El problema ocurre cuando un contexto educativo, dada su singularidad, muestra incapacidad para apreciar la importancia de la planificación, organización, dirección y evaluación que compete a los procesos de gestión de recursos, personas y circunstancias que configuran los predios de toda institución dedicada a la formación del ser humano. Indistintamente de cuantas áreas se arroguen la responsabilidad de participar entre los objetivos del desarrollo de una sociedad. Puesto que es ahí donde tiene cabida operacional la Administración Educacional.
Precisamente, es la razón que conduce a destacar la dramática situación en la que, lejos de sumar, se sustrae de toda realidad el debido significado que ostenta la escuela. Entendida, cual ámbito cuya atención está dirigida a enseñar a pensar. Quizás, antes de leer y escribir.
Por eso, esta disertación se intitula tal como reluce al inicio. O sea que, sin administración educacional, no habría escuelas. Es decir, que el crédito moral y cívico que pueda conquistar la presencia de una escuela ante la sociedad dado el afianzamiento que logre inculcar en los valores que nacen del sentido de localidad, regionalidad y nacionalidad, dependería del grado de inducción que recibieron sus maestros y profesores alrededor del conocimiento adquirido y praxis adecuada sobre Administración Educacional.
Sólo desde tan revelador sitial cognoscitivo, el discurrir docente podrá cultivar el terreno en el que el aprendizaje y la enseñanza darán frutos de aclarada elocuencia y probada certeza.
El carácter instructivo de la Administración Educacional
En otras palabras, el auge académico y la consecución escolar, dependen del docente. Particularmente, de su capacidad para asociar el conocimiento de la temática relacionada con la Administración Educacional, respecto de la programación de estudio que determina cada escuela en sus planes de estudios. Así podrá asegurar que los recursos y capacidades escolares y académicas, muestren un buen desempeño en lo concerniente a la normativa, institucional. Tanto como sistematizar la incidencia en tiempo y espacio de docentes y estudiantes respecto del ámbito académico y escolar correspondiente.
Así podrán garantizarse escuelas comprometidas con objetivos alineados con el perfil económico, social y cultural del ámbito sociopolítico donde se hallan enclavadas cada institución educativa. Podría decirse que, al contar con maestros y profesores formados en Administración Educacional, estas escuelas desarrollarían un ambiente de formación caracterizado por la eficiencia y efectividad que bien cuadraría con su consolidación institucional. Sobre todo, porque con educadores preparados en Administración Educacional, sus capacidades serán la fuente para organizar y direccionar la formación de estudiantes capaces de pensar, crear, reflexionar a conciencia de las realidades externas. Así como de la trascendencia de los valores morales en su relación con el desarrollo humano.
Del administrador educacional
El carácter polivalente que motiva la labor del administrador educacional en las escuelas, bien generaría resultados de desempeño desde las tribunas de liderazgo y gerencia educacional que asumiría. Además, ello aseguraría escuelas capaces de alcanzar un lugar de privilegio en el baremo de la excelencia educativa. Concretamente, toda vez que se estaría en capacidad de crear escuelas que ofrezcan la educación de calidad que requiere la afirmación de realidades deslumbrantes.
No es fácil actuar ante los avatares propios de la investigación, comprensión y resolución de problemas teóricos y operativos que enmarañan actividades propias en lo que corresponde a la conducción de la educación como proceso. Más aún, al comprenderse que es ahí donde la educación ha fallado toda vez que, hasta ahora, poco ha sido entendida la importancia de considerar la educación en su justa dimensión.
O como el proceso mediante el cual se edifica la personalidad del ser humano en cuanto a la orientación que amerita inculcarle un sentido definido válido para el resto de la vida. Y ello, no podría lograrse sin el aporte de la Administración Educacional correspondiente. Así la escuela podrá distinguirse desde cualquier posición que la enfoque. Especialmente, por las exigencias que plantea el desarrollo social y cultural en todas sus dimensiones.
El enfoque educativo de la Administración
Cuando el educador brasileño, Paulo Freire, habla de la educación como práctica de la libertad, invoca la inaplazable necesidad de inducir en el estudiante la capacidad de otear el mundo desde la perspectiva de la formación recibida. Ya que, si la misma la establece una escuela inspirada en una ideología cerrada, el estudiante contempla las realidades desde la opresión que ha creado en él la imposibilidad de despertar ideológicamente su conciencia del mundo que lo rodea.
Es ahí donde adquiere sentido el significado de la Administración Wducacional pues en su ejercicio busca avivar una educación basada no en las circunstancias y ocasiones. Sino en los valores que circundan la vida. Por eso, contempla como recurso para el afianzamiento educacional, lo que su acepción, comprende. Es decir, le suma a la educación los principios sobre los cuales posibilita sus cometidos. O sea, la organiza y la dirige hacia propósitos plausibles en cuanto a la dirección que enrumbe su visión y misión y sus propósitos.
A modo de conclusión
Ahora bien, si como lo enunció el moralista francés Joseph Joubert, en su “Colección de Pensamientos” publicada en Paris-1838, el “hombre no es más que lo que la educación hace de él”, podría también hablarse de la educación como el proceso enseñanza-aprendizaje que incita en el estudiante problemas a resolver, antes que soluciones a memorizar. Y se ha dejado ver que tan loable lugar, sólo es posible si la educación se asume como práctica de la libertad. Justamente, es ahí donde se destaca la función e importancia de la Administración Educacional.
Por eso, las teorías asociadas al estudio de las ciencias del desarrollo, encienden luces para hallar la ruta que lleva a concienciar la educación: como el proceso que remoza la escuela de rémoras que no tienen cabida en el plano de las nuevas realidades.
Los cambios que induce el administrador educacional, permiten a la escuela ajustarse en términos de los cambios y exigencias capaces de conducir a la eficiencia y optimización. Asimismo, a reconocer criterios de rendimiento que llevan a nuevas maneras de enfocar los requerimientos de los actuales tiempos.
Es ahí, donde la Administración Educacional, basada en los principios administrativos que refiere la propia teoría administrativa, actúa como agente convertidor de la organización educativa. Y, por tanto, asegurar a la escuela en el terreno en el cual habite la estrecha relación entre las maneras de concienciar al estudiante ante sus posibilidades de vincularse constructivamente con su entorno, y el contexto educacional en el que habrá de situarse la institución. Siempre, para estar a la altura de las circunstancias y exigencias. Por eso, esta disertación ha buscado denotar que, sin Administración Educacional, no habría escuelas.
Antonio José Monagas