A decir por las realidades, pareciera vivir entre contradicciones y paradojas. Aunque la línea que separa una de otra, ha venido haciéndose débil. Podría decirse que la culpa de lo que sucede, no sólo se debe a la dinámica de los cambios que, además de permanentes, -muchas veces- lucen incomprensibles. Aunque cabría inculpar también a la premura de los tiempos cuyo ímpetu es tan sutil, que acostumbró al ser humano a verla con la normalidad que marca la cotidianidad.
El problema en esencia
Pero ni la contradicción es síntoma de falsedad, ni lo paradójico es indicativo de verdad. Aunque se dice que la verdad es expresión de la contradicción. Sin embargo, el problema de dicha analogía, pareciera obedecer al modo de reaccionar del ser humano ante la incidencia de las nuevas realidades toda vez que surgen. Incluso, de la descomposición que padece el mundo visto desde la perspectiva de la moralidad y la ética. O también, de los predios de la composición que se tienen a consecuencia de los reordenamientos abruptos que padece el planeta. Dada su naturaleza.
Ante la movilidad narrativa que puede motivar la línea de pensamiento sobre la cual se asienta esta disertación, es posible cuadrarla con la idea expuesta por el filósofo Friedrich Niettzsche. Exactamente, cuando refirió en su libro Así habló Zaratustra, (1983) que “este mundo sería eternamente imperfecto, imagen a imagen de una contradicción eterna”. Acá vale asomar el concepto de contradicción, que según el Diccionario de la RAE, es: “toda afirmación y negación opuesta una a otra y que, recíprocamente, se destruyen (…)”.
¿Que es lo paradójico?
Ahondar con lo que esta disertación intenta significar cuando comienza señalando que “pareciera que, ahora, se vive entre contradicciones y paradojas (…)”, en una vía para concordar la frase de inicio con el desarrollo narrativo. Así, incitar al lector a dudar si es que se vive ¿en otro mundo? O todo es paradójico. Acá es necesario aludir a lo que es una paradoja.
Una paradoja es una especie de enigma. Mejor parecido a un rompecabezas que se contradice. Aunque en el fondo, declara una verdad cuya expresíon suena algo extraña. Por ejemplo, mucho se dice distraerse para matar el tiempo. Como si no es el tiempo el que , a cualquiera, mata. Eso es una paradoja. O cuando se escucha decir que “cada nuevo comienzo, viene de otro nuevo comienzo” lo cual es la sencilla declaración de una verdad que por lógica. Luce necia. Es otra paradoja.
Un dilema a la vista
Todo hace ver a la vida: cual dilema capaz de animar un conflicto, o un inconveniente cuya dificultad tiende a concebir la realidad como una disyuntiva de agitadora conclusión. Quizás fue la razón para que Nietzsche, animado por su característica perspicacia escribió que “a lomo de todas las paradojas, se cabalga hacia todas las verdades” (Ibídem)Pudiera aceptarse la frase expuesta por el reconocido dramaturgo alemán contemporáneo Bertolt Brecht: “la historia ama las paradojas” (Aut, cit. No pudimos ser amables: Antología Poética (1916-1956) Edt. Galaxia Gutenberg. Madrid, 1956)
Podría pensarse que el hombre es todo una paradoja. No obstante, en medio de los problemas que empapan el camino de la vida, la historia de los pueblos seguirá debatiéndose entre paradojas y contradicciones. Véase, el ejemplo que constituye el caso Venezuela. Ya el escritor Arturo Uslar Pietri, en junio de 1977, su columna Pizarrón, que publicaba el diario El Nacional (p.A-4), refirió que “la paradoja central de la vida venezolana en el último medio siglo, contrariamente a lo que pasa en la mayor parte de los países del mundo, es que el Estado venezolano no vive de la nación. Sino que, en muchos sentidos, la nación vive del Estado”. Problema éste que desde entonces pareciera haberse embutido en la estructura del país, pues las realidades dan cuenta del enredo que atrasó su desarrollo.
La economía en el problema
El aludido embrollo, se advierte al comprender que lejos de haberse fundamentado la economía sobre bases sólidas y funcionales, se desnaturalizaron procesos que debían estar apalancados en el desarrollo afianzado de la economía. Se observa entonces el apremio de reactivar el país. Para ello, es necesario procurar reformas estructurales mínimas que abran paso a una rápida superación de problemas incitados, por ejemplo, por la presencia abusiva de la divisa norteamericana, particularmente.
Habida cuenta de la incidencia de otros problemas, no cabe dudar del malestar causado por tan incómoda complicación la cual da la impresión que poco se ha concienciado la gravedad de los riesgos potenciales que a diario se siembran por la razón señalada. Aunque no faltan aportes que puedan servir de catalejo ante la penosa situación de la economía nacional. El país pareciera estar atrapado en un desbarajuste económico que frena todo indicio de recuperación.
El economista venezolano Asdrúbal Oliveros opinó para mundour.com, portal de noticias del Circuito Nacional Unión Radio, la necesidad de “(…) generar una estructura sólida para usar los dólares como una forma para lograr la estabilidad de precios sin renunciar al bolívar. Así podría permitirse validar un ecosistema más ordenado con el dólar, sin necesidad de llegar a la dolarización”.
Un desarrollo económico complicado
En medio de esta situación, que incita temor por donde se mire, hay puntos de peligro que propenden a verse cuales focos de contradicción y paradojas en el fragor de las posibilidades del desarrollo nacional. En consecuencia, se hace imprescindible el diseño serio de políticas públicas que alienten el desarrollo local, regional y, desde luego, nacional.
Más aún, si la situación de la economía se percibe como una crisis económica de voluminoso tamaño ya que no es una simple crisis. De hecho, podría entenderse como una inmensa oportunidad propia de aprovecharse para infundir la factibilidad de cambios importantes que bien modificarían el panorama global. Incluso, dicho hecho podría verse como la verdadera entrada del país al siglo XXI.
A modo de conclusión
Se ha demostrado que las realidades presentes, son distintas de las vividas tiempo atrás. En la actualidad, aunque la velocidad de cambio se comporte extrañamente variable, se han originado nuevas realidades. Escenarios cuyas dimensiones e implicaciones, todavía no son bien conocidas. Las realidades ideológicas son diferentes, aunque se han visto enredadas cuestiones propias de la economía. Asimismo, algunos oficios, ciencias y técnicas, entre otras disciplinas del conocimiento. Sus respectivos modos de aplicación y concepción, afectaron conceptos y métodos. Ahora, las incertidumbres potenciaron el mundo de las dudas e imprecisiones. Y hasta el de las ideas.
Por tanto podrá inferirse, que frente a tan preocupadas realidades, no vale otra deducción que la que intitula esta disertación. Así que no cabe pensar distinto al que configura el hecho que resume el enredo generado entre contradicciones y paradojas. O acaso, en medio de todo lo señalado, no pareciera que se vive ¿en otro mundo?
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Antonio José Monagas