Algunos de nuestra fauna política más que lavarse las manos como lo hizo el gobernador de Judea, Poncio Pilatos, en aquellos dolorosos días de la crucifixión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, son los encargados de limpiarle el rostro a la dictadura en estas elecciones, que más que unos comicios son parte de asignaciones selectivas tratando de crear una atmosfera de cierto equilibrio democrático que trasmita un tipo de cambio. En la nómina está una serie de partiditos y figuras rutilantes del formol. Son agentes de una administración que los mantiene como sus aliados, aunque sean más que seres inescrupulosos que carecen de respaldo relevante. Es un propósito combinado con la intención de sostener el proyecto hegemónico en el poder. Detrás de esto existen demasiadas conexiones que son un sinfín de negocios para todos aquellos que ven esto como una manera de encontrar beneficios para su vida, en este tiempo han logrado lucrarse muy bien.
El ejercicio público viene pudriéndose en Venezuela. Gozamos de una espeluznante corrupción que tiene los tentáculos en todos los ámbitos del Estado. Su ramificación líquida al porvenir para ponerla como estrado de los pies de la oscuridad infinita. Con gran celeridad, husmea en las áreas de algunos diques opositores para convertirlos en sus maniquíes.
Los falsos apóstoles -los que se venden al mejor postor- siguen allí llevando conceptos errados que conducen a la perdición. Son los aliados perfectos de todo un sistema que se ha encargado de destruirlo todo. Son los que se presentan a cualquier tipo de elección siempre y cuando existan los estímulos materiales.
Venezuela merece un mejor futuro. Es hora de que una nación se levante bajo el amparo constitucional en la búsqueda de una salida democrática.
Lo que no podemos perder es la fe. Cambiar las cosas está en nuestras manos. Vienen momentos cruciales en que la solidez política y mental estará siempre a prueba. Rendirse no es una opción que determine el cambio necesario.
@Alexcambero