Al menos unos quince palestinos murieron en las últimas horas en la Franja de Gaza en varios bombardeos aéreos contra viviendas a lo largo del enclave palestino, sumido en más de diez meses de guerra a manos de Israel que ya ha causado casi 40.000 muertos, informaron este martes fuentes locales y médicas.
De madrugada, el ejército israelí atacó el campamento de refugiados de Bureij, en el centro de Gaza, causando un número indeterminado de muertos, entre ellos un padre y su hijo, después de que su vivienda familiar en el «Bloque 9» del campamento fuera bombardeada, informó la agencia de noticias palestina Wafa.
Según esta misma fuente, otro palestino murió y varios resultaron heridos cuando aviones israelíes bombardearon la casa de la familia Darwish en el campamento de Maghazi, también en el centro, mientras que en un tercer bombardeo contra una residencia en el barrio de Sheikh Radwan, en la norteña ciudad de Gaza, provocó a su vez la muerte de varios ciudadanos.
A última hora de la tarde del lunes, otros diez civiles palestinos murieron en la sureña ciudad de Jan Yunis, después de que Israel bombardeara un edificio residencial en la localidad de Abasan al Kabira, según denunciaron fuentes médicas.
Por su parte, el Ejército israelí aseguró hoy haber desmantelado en este área «complejos de combate, sitios de infraestructura terrorista» y a milicianos la Unidad de Cohetes de Hamás, de acuerdo con un comunicado castrense.
Además, dijeron haber localizado «grandes cantidades de armas, incluidos explosivos, equipo militar y materiales de inteligencia» en la sureña Rafah y respondido al lanzamiento de misiles antitanque hacia sus tropas, que no causaron heridos.
Desde el inicio de la guerra, Israel ha matado al 1,8 % de la población de Gaza, según datos recientes de la Oficina Central Palestina de Estadísticas, que cifró en alrededor del 75 % las víctimas menores de 30 años.
Otras 92.000 personas han sido heridas, según datos de ayer del Gobierno gazatí, controlado por Hamás, mientras que unos 3.500 niños palestinos se encuentran en riesgo de muerte por falta de alimento, en un enclave devastado en el que la inmensa mayoría de la población ha sido forzosamente desplazada en múltiples ocasiones.
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