Al menos 13 personas, entre ellas ocho civiles, murieron este jueves al estallar un auto bomba en la localidad de Afrín, en el norte de Siria, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).

“La explosión se produjo cerca de un puesto de control [de las fuerzas rebeldes pro-Ankara] a la entrada” de Afrín, donde se encontraban unos vehículos para ser registrados, afirmó el director de esta ONG, Rami Abdel Rahman.

Ocho civiles, entre ellos dos niños, y cuatro combatientes murieron, Abdel Rahman. Queda una víctima por identificar.

Previamente, la misma entidad informó que 47 combatientes murieron en las últimas horas por enfrentamientos entre las fuerzas dominadas por los yihadistas y las tropas del régimen sirio.

También hubo combates cerca de la región de Idlib, controlada por los yihadistas de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo dominado por la antigua rama siria de Al Qaida, en particular en el norte de la provincia de Hama.

Desde finales de abril el régimen sirio y su aliada Rusia intensificaron los ataques en la provincia y sus alrededores. La región acoge a tres millones de civiles.

Además de HTS, otras facciones yihadistas y rebeldes están presentes.

El miércoles por la noche las fuerzas dominadas por HTS tomaron el pueblo y la colina de Hamameyat tras enfrentamientos que mataron a 28 combatientes del lado del régimen y 19 del lado de los insurgentes.

“Los combates continúan mientras que la aviación y la artillería del régimen bombardean la región”, dijo Rahman.

En tanto, el portavoz de HTS, Abu Jaled Al-Shami, afirmó que los combatientes yihadistas y rebeldes lanzaron un ataque al caer la noche, y arrebataron a las fuerzas leales al régimen de Bashar Al Asad el control de la colina “muy fortificada”.

Naji Mustafa, portavoz del Frente de Liberación Nacional, aliado de los yihadistas, indicó por su parte que esta colina era “estratégica porque domina (…) las vías de suministro de las fuerzas enemigas”.

Esta región, que sigue escapando al control de Damasco, es objeto de la escalada más violenta desde un acuerdo alcanzado en septiembre de 2018 entre Rusia y Turquía, apoyo de los rebeldes, para evitar una gran ofensiva.

Hasta el momento los bombardeos mataron a más de 550 civiles, según el OSDH y han obligado a unas 330.000 personas a huir, según la ONU.

Siria vive desde 2011 una guerra que dejó más de 370.000 muertos.