A Juancho Montoya lo recibieron a tiros

A Juancho Montoya lo recibieron a tiros

El activista participó en el proceso de desarme. Llegó a la vanguardia de motorizados armados

 

Antes de que mataran a Juan Montoya (“Juancho”), la esquina entre Monroy y Tracabordo estaba tomada por la Policía Nacional Bolivariana (PNB). Entre 12 y 12:30 del mediodía del 12 de febrero, 16 motos estaban alineadas en fila sobre la acera. Estacionadas, mientras sus respectivos funcionarios hacían guardia de pie. Una hora después, aproximadamente, fueron relevados por un piquete de la misma fuerza, que se ubicó entre la acera este y oeste. Impedían el paso peatonal y de vehículos.

 

Cerca de la 1:30 de la tarde la policía se retiró y subió hacia la esquina de Ferrenquín.

 

A través de testimonios, videos y fotos se reconstruyó esta parte de los acontecimientos de ese día. Por razones de protección a las fuentes, no se publicará su contenido.

 

“Es como si les hubiesen dado una orden. De repente, el piquete desapareció de la zona que tenían resguardada”, explica uno de los testigos. Esa hora coincide con lo que contó uno de los miembros del colectivo que lideraba Montoya, cuando habló con el portal digital Aporrea, el 13 de febrero, durante el velorio del activista.

 

“Salimos a la 1:30 del Parque Alí Primera”. Luego relata el trayecto que hicieron en sus motos a La Pastora y a las inmediaciones del palacio presidencial. “Quisimos bajar hacia Miraflores y no nos dejaron pasar… Cuando llegamos a Corazón de Jesús la policía nos hace señas (para) que nos metiéramos por la otra vía. No nos dan explicaciones, sino simplemente que nos metiéramos por la otra vía, cosa que hicimos. El comandante Juancho siempre iba adelante”. La mayoría iba con chaquetas negras y brazalete tricolor, cuenta otro testigo.

 

Al menos ocho personas dan cuenta del momento. F. narra la experiencia. “Fue una plomamentazón. De hecho, yo temía que hubiese más de 15 muertos”. Recuerda que, ante la balacera, los manifestantes se escondieron detrás de los edificios que hacen esquina en Monroy y allí se protegieron.

 

Una fuente cercana a la investigación confesó que no se encontraron indicios de que los manifestantes usaran armas de fuego.

 

Los videos evidencian que hubo un intercambio de disparos por parte de este grupo de motorizados en el que “Juancho” iba a la vanguardia. Duró a lo sumo cuatro minutos.

 

Transcurrieron 50 segundos exactamente entre la llegada de los integrantes del colectivo de Montoya a la calle, en 10 motos (con parrilleros), y el comienzo de la balacera. Un grupo armado, que aún las investigaciones deben develar, los repele a tiros.

 

Ahí cae en la acera, con un disparo en la nariz, Juancho Montoya. Frente a la entrada del edificio Doralay. Sus hombres huyen, desde la esquina de Monroy hacia Trocadero. Unos a pie y otros en sus motos, algunos con armas en mano. Voltean hacia atrás, mueven los brazos.

 

Exactamente 3 minutos y 30 segundos luego de que el grupo entrara en la calle, aparece la camioneta pickup blanca que va a recoger al herido de muerte. Lo hace en retroceso y en el camino se sube un hombre en la parte de atrás. Se acuesta boca arriba para evadir los disparos y al llegar al lugar ayuda a montar el cuerpo impactado y ensangrentado del líder del colectivo, que sube un grupo de compañeros a la pickup. La camioneta cambia la dirección y arranca hacia adelante para llevarlo a la clínica La Arboleda, en San Bernardino.

 

Esta versión concuerda con la narración del miembro del colectivo: “En lo que llegamos a la esquina que llaman Monroy sonaron unos disparos. Él cruza la esquina, se baja de la moto y dice: ‘Cuidado, están disparando, ¡cúbranse!, ¡cuidado con los de la camioneta!’. Nos lo repitió levantando las manos como seis veces. Luego dice: ‘¡Crucen hacia arriba!’. Cuando busca de montarse en la moto sonaron disparos de todos lados. Se lleva la mano a la cara y cae de costado”.

 

El testigo explica que trataron de prestarle auxilio inmediatamente, pero se les hacía difícil. “Desde los edificios nos lanzaban objetos contundentes y bombas incendiarias”. En uno de los videos se observa cómo cae, junto a uno de los individuos armados, algo que al golpear el piso lo mancha de blanco. Él responde con disparos hacia el edificio.

 

Jonny Montoya, hermano de la víctima que aseguró haber estado presente en la autopsia, confirmó que la bala le entró por el orificio nasal derecho. Las investigaciones arrojan que el proyectil nunca salió y está siendo analizado.

 

Al lado de la acera en la que cayó el dirigente de los colectivos estaban estacionados un Palio y una camioneta jeep Cherokee plateada. A ambos vehículos les hicieron experticias. El primero tenía una bala en el capó, proveniente de la esquina de Ferrenquín, mientras que el segundo un salpicón de sangre.

 

Visitas de control. Los vecinos están nerviosos. Desde el 12 de febrero, los cuerpos policiales han hecho inspecciones, interrogatorios y planimetrías. Al menos tres testigos confirmaron haber visto llegar una camioneta Tahoe negra, sin placas, de la que se bajaron varios hombres de negro y recorrieron la calle, a las 2 am.

 

Coinciden en que uno de los individuos llevaba un maletín oscuro del que sacaba objetos pequeños, los colocaba en la acera, le ponía un número encima y sus compañeros le tomaban fotos.

 

El sábado 15 de febrero se presentó en el edificio Tracabordo un grupo de funcionarios que se identificaron como del Dibise. Al menos 33 de ellos fueron por cada apartamento preguntando a los vecinos si tenían fotos o videos de los sucesos.

 

Mientras tanto, los vecinos intentan retomar su vida. En la esquina en la que cayó Bassil da Costa hay un altar. Todos los días, a las seis de la tarde, rezan un rosario por su alma. Hay fotos, flores y mensajes. Uno de ellos dice: “Tu bala llevaba mi nombre y el de todos nosotros. Qepd”.

 

 Fuente: Equipo de Investigación UN

 

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