El padre José Gregorio Terán, S.J, director general de Fe y Alegría Venezuela, compartió una carta de bienvenida en ocasión del inicio del nuevo año escolar 2024-2025, invitando a toda la comunidad a continuar construyendo futuro y esperanza a través de una educación popular de calidad.
Para Terán, este comienzo del año escolar se asocia con el entusiasmo, el compromiso, la llegada de nuevos proyectos y el establecimiento de metas, todo ello en un ambiente impregnado de esperanza.
“Gracias a Dios contamos con historia, experiencia e identidad, además de un profundo deseo de seguir adelante. Estamos a puertas de celebrar 70 años de servicio, vida, alegría, educación, entrega, satisfacción y lucha, con numerosos logros a nuestro haber”, expresó en la carta el padre Terán.
No es fácil sostener un esfuerzo constante
Asimismo, afirmó que a medida que se acercan a celebrar un aniversario emblemático del Movimiento de educación popular, reconocen que, aunque “no es fácil mantener un esfuerzo constante, contra viento y marea”, siguen comprometidos con la construcción de un futuro mejor.
En su misiva, el padre “Goyo”, como también es conocido, enumeró 7 dimensiones indispensables que ayudarán a Fe y Alegría a avanzar en este contexto de incertidumbre que vive el país. Estas dimensiones son:
– Somos un Movimiento con Espíritu que les impulsa a ser atrevidos: el Espíritu de Jesús. Este nos ha impulsado a siempre atrevernos a más: comenzamos con una pequeña escuela y expandimos nuestra presencia, desde los barrios de Caracas hasta el resto del país. Luego, trascendimos las fronteras de Venezuela para establecernos en América Latina, Europa, África y Asia, llegando a 22 países. Evolucionamos de la educación básica a la radio educativa y la educación para adultos, y continuamos creciendo con institutos universitarios y programas de capacitación. Convertimos las necesidades y obstáculos en desafíos que sacan lo mejor de nosotros en respuesta a nuestra misión.
– Buscamos una Educación de Calidad: : “porque la educación de los pobres no puede ser una pobre educación”. Desarrollamos procesos en los que aprendemos a ser, conocer, convivir y emprender. No nos limitamos a la capacidad racional, sino que abarcamos la totalidad de la persona, ayudando a alcanzar el tipo de individuo y sociedad que el país necesita. Respondemos a las necesidades de los destinatarios y de sus contextos, contribuimos al desarrollo de personas libres, activas y conscientes, con habilidades y valores para mejorar su calidad de vida y transformar su entorno social.
– Nuestro objetivo es claro: y hoy más que nunca, sigue siendo nuestro foco: formar personas autónomas, capaces de responsabilizarse de sí mismos y de convivir solidariamente con los demás. Desarrollar la semilla de uno mismo, ayudar a nacer al hombre o la mujer que llevamos dentro. Facilitar el autoconocimiento, la comprensión y la autovaloración para desarrollar plenamente todos los talentos y cumplir con la misión en la vida junto a los demás. Educar para la vivencia profunda de una espiritualidad encarnada y comprometida.
– Acompañar y ser acompañados: de manera cercana, en todas las dimensiones y entre todos, es una dinámica esencial en nuestro Movimiento. No estamos solos; nos conectamos, revisamos nuestras acciones, nos autoevaluamos y nos fortalecemos. Aprendemos de nuestra práctica pedagógica, administrativa, de gestión y pastoral, que es revisada, reconocida, corregida y mejorada. Pero, principalmente, nos acompañamos como personas, equipos y centros. Acompañamos a nuestros estudiantes en su desarrollo humano, relacional, de aprendizaje, vocacional y cristiano. Además, acompañamos y somos acompañados por la comunidad y las familias. No somos islas ni simples proveedores de servicios. Formamos parte de una comunidad con la que establecemos relaciones de reciprocidad. Necesitamos el apoyo, reconocimiento y, participación activa y corresponsable de la comunidad. Y estamos comprometidos con esta comunidad, con estas familias.
– Valoración, reconocimiento y cuidado del personal: son condiciones que debemos cultivar ante la dura realidad que enfrentamos. Todos somos partícipes y hacedores de esta dinámica que se expresa de muchas maneras: sentirse bien aquí, contar siempre con el apoyo del equipo, la presencia de Fe y Alegría en momentos difíciles, y la sensación de un oasis al entrar.
– Formación continua: “En Fe y Alegría uno siempre aprende”. Esta frase contiene una verdad valiosa. Aprendemos de forma hermosa: con dedicación, en cursos, talleres, convivencias, diplomados, enseñando a otros lo aprendido, reflexionando sobre la práctica para descubrir los frutos de la formación, debatiendo y explorando nuevas formas de hacer.
– Rendir cuentas: es fundamental para fomentar la confianza, la aceptación y atraer nuevos aliados. Debemos explicar a todos los que nos apoyan (familias, socios, colaboradores) y a la sociedad en general, lo que se ha logrado en un período específico en las diferentes áreas. La transparencia está ligada a la verdad y a iluminar lo que hacemos y el cómo lo hacemos. Es el medio por el cual mostramos nuestras obras con la mayor claridad posible. En la gestión de Fe y Alegría, lo oscuro y lo opaco no tienen lugar; prevalecen la claridad y la transparencia.
Las claves para desarrollar estas dimensiones en Fe y Alegría
Para el Director General de Fe y Alegría Venezuela, estas dimensiones tendrán éxito en la medida en que los talentos del Movimiento las desarrollen a través de las siguientes claves:
– La alegría en nuestra esencia: Forma parte de nuestra identidad y es algo que hoy debemos cultivar, disfrutar y compartir. Se trata de una alegría que surge del rescate social a través de la educación, de observar la vida feliz de aquellos que, con Fe y Alegría, se han entregado incondicionalmente al bienestar de sus hermanos, olvidándose de sí mismos. Proviene de un enfoque educativo creativo, optimista, vital, gozoso, naturalista y no escolarizado. Nos llama a ser mensajeros de la fe y la alegría, dos fuerzas y dones divinos capaces de transformar el mundo. Nuestros espacios deben ser para la alegría, para la vida.
– La Fe Cristiana: En todas las ocasiones vitales, nuestras energías deben proceder de raíces cristianas. Estas son nuestro distintivo y afirman fundamentalmente nuestra autenticidad. Nos denominamos “Fe” y debemos ser consecuentes con esa fe. Nuestros directivos, sobre todo, y en su tanto todo nuestro Magisterio, deben estar integrados por hombres y mujeres de viva fe. Esa fe debe mover nuestros criterios y nuestras acciones, nuestro espíritu de servicio a los hermanos, nuestra entereza y nuestra constancia, nuestro valeroso sacrificio y nuestro
amor en bien de ese inmenso pueblo tratado con desamor por casi todos.
– Convocar a todos: Debemos ser audaces; no es tiempo de hombres meramente prudentes, sumisos o limitados por el temor. Es momento de lanzar un llamado de auxilio que movilice a toda Venezuela en una cruzada por la educación popular. El objetivo de elevar a cientos de millones de hombres, actualmente marginados socialmente, mediante la educación, es un estandarte universal que requiere dos elementos para atraer una multitud creciente de seguidores y colaboradores: primero, un sistema de comunicación, difusión y persuasión que informe, convenza y motive inicialmente a miles de colaboradores activos; segundo, una demostración constante de
eficacia educativa que haga tangibles, visibles y ejemplares los resultados.
El jesuita venezolano expone que este es un momento crucial para lanzar un llamado a la acción que movilice a toda Venezuela en una cruzada por la educación popular y de calidad. Es fundamental reunir a una creciente multitud de seguidores y colaboradores que fortalezcan el acceso a la educación y el servicio a quienes más lo necesitan.