El reciente ataque brutal e inhumano de Hamás a Israel ha vuelto a encender un devastador conflicto en el Medio Oriente, dejando a innumerables civiles inocentes atrapados en el fuego cruzado. Este trágico evento ha tomado al mundo por sorpresa, pero como la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Stanford Amy Zegart señala, no fue un evento de «cisne negro»; fue un «cisne blanco», algo completamente predecible. Es esencial reflexionar sobre los factores que llevaron a esta crisis y el contexto más amplio en el Medio Oriente.
Es la quinta guerra entre Israel y Hamás en Gaza en los últimos 15 años. El amplio control de Israel sobre la región, incluido el acceso por aire, tierra y mar, debería haber permitido una respuesta más proactiva. Sin embargo, parece que el gobierno de Benjamín Netanyahu estaba más preocupado por asuntos de política interna -la reforma del poder judicial-, el acuerdo con Arabia Saudita, que sobre la presunta alerta de Egipto sobre los riesgos de posible violencia «tres días» antes del ataque de Hamás. El profesor Dmitry Shumsky, de la Universidad Hebrea, argumenta que la política del primer ministro de fortalecer a Hamás a expensas de la Autoridad Palestina fue equivocada, lo que llevó a la división del pueblo palestino y a un estancamiento en el proceso de paz.
Además, Oriente Medio ha sido altamente afectado por las acciones de potencias externas, particularmente Estados Unidos. La guerra de Irak y la posterior retirada del poder estadounidense desestabilizaron la región, cambiando el equilibrio de poder a favor de Irán y creando un vacío para que varios actores regionales persiguiesen sus intereses. El resultado ha sido décadas de conflicto y convulsiones en Oriente Medio, con innumerables muertes, damnificados y millones de desplazados.
En el panorama global actual, estamos presenciando una contienda entre las fuerzas del orden y el desorden. Rusia, Irán, Hezbolá y Hamás buscan socavar el sistema internacional. Si Hamás logra sus objetivos, podría dar ánimo a otros grupos como Hezbolá y los hutíes para seguir acciones similares. Derrotar a Hamás es crucial para la estabilidad de la región.
La respuesta de Israel a las provocaciones de Hamás debe ser estratégica. Si bien puede ser tentador responder con una fuerza demoledora, una respuesta de ese tipo podría llevar a un colapso de posibles acuerdos con Arabia Saudita y a una mayor inestabilidad en la región. El establecimiento de relaciones normales entre Israel y Arabia Saudita sería un duro golpe para Hamás, Hezbolá e Irán.
Una lección crítica de esta crisis es que Estados Unidos no puede permitirse el lujo de desvincularse por completo del Medio Oriente. Si bien las intervenciones militares pueden no ser la respuesta, el compromiso diplomático y político es vital para la estabilidad. El Medio Oriente está lejos de ser estable, y Estados Unidos debe seguir desempeñando un papel en la construcción del futuro de la región.
El reciente conflicto sigue un patrón de actores no estatales respaldados por Irán, desafiando el statu quo después de que Israel se retiró de sus territorios. Tanto Hezbolá en 2006 como Hamás ahora iniciaron ataques subversivos buscando perturbar la aceptación de la existencia de Israel en la región. En ambos casos, Israel respondió con fuerza para restablecer su poder.
Sin embargo, esta vez, el conflicto es diferente debido a la política interna de Israel. En los últimos nueve meses, las divisiones internas y los intentos de socavar las instituciones democráticas por parte de políticos de extrema derecha y ultraortodoxos han exacerbado las fracturas en la sociedad. Estas divisiones pueden haber alentado a los adversarios de Israel.
El conflicto Israel-Hamás es un sombrío recordatorio de la naturaleza compleja y volátil del Medio Oriente. Subraya la necesidad de la diplomacia internacional, una respuesta estratégica a los desafíos regionales y un compromiso con la defensa de los valores democráticos, tanto en Israel como en todo el mundo. Mientras lamentamos la pérdida de vidas en ambos lados, debemos trabajar hacia un futuro en el cual la paz y la estabilidad prevalezcan sobre la violencia y el conflicto en esta problemática región.
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Editorial de El Nacional