Una de las claves para sentirnos queridos es percibir que nuestra pareja está atenta a nuestras necesidades, a nuestros gustos o, simplemente, a aquello que nos hace sentir bien y felices. Lógicamente, en pareja esto ha de ser recíproco.
Entramos en las relaciones con todo nuestro repertorio de ideas, aprendizajes, experiencias y expectativas sobre cómo hacer feliz a la otra persona pero, en muchos casos, o no es suficiente, o no es acertado. No te preocupes, yo te doy las pautas para saber qué hacer entonces.
Precisamente las relaciones afectivas íntimas nos proporcionan un escenario único en el que poder seguir aprendiendo sobre nosotros mismos. Nuestra pareja es, sin duda, nuestra elección. Y las características que tenga esa persona, si es que nos gustan y nos sentimos bien con ellas, son las que tenemos que aprender a cuidar o potenciar, básicamente porque, a fin de cuentas, son las que nos seguirán haciendo felices.
Muchas veces nos centramos únicamente en nuestra actuación, sin tener en consideración el efecto que produce lo que realizamos. Y, si a nuestra pareja no le parece bien, no lo atribuimos a nuestra falta de atención por sus gustos o a un error por falta de conocimiento profundo todavía de la otra persona.
Por ejemplo, si tu trabajo te obliga a pasar muchas horas fuera de casa y con otras personas que no son tu pareja, y esta situación se prolonga en el tiempo; y si además los pocos ratos de ocio hay que seguir atendiendo a familiares, o a las propias necesidades -como ir a jugar al golf con las amistades o ir al gimnasio, o de compras, durante varias horas-, es muy probable que tu pareja pronto empiece a manifestarte su malestar, tristeza, enfado o decepción.
¿Cómo se te ocurre solucionarlo? ¿Crees que está esperando un regalo caro? ¿Tiras del manido ramo de flores? ¿Pides perdón pero sigues haciendo lo mismo? ¿Piensas o incluso manifiestas que tu pareja está loco o loca y que sufre de celopatía, por lo que sería conveniente que visitara a un especialista?
Sin duda, hay remedios más baratos y más eficaces: en este caso, la persona que hemos elegido como pareja necesita algo más de atención, pasar juntos unas horas más del día o de la semana y, sobre todo, un gesto bonito, único y especial. Si sabes que le gusta el pescado, no lleves carne, que es lo que te gusta a ti; si necesita unos zapatos, no le lleves unos guantes que has visto por casualidad en una tienda; si le ilusiona un rato de intimidad contigo, de caricias y de confidencias,no organices una cena con los amigos, con los que tienes que cumplir un compromiso. Busca otro momento para ellos.
Nuestra pareja es nuestra elección y debería ser nuestra prioridad. Y, en pareja, la inteligencia emocional supone saber hacer que esa persona se sienta feliz a nuestro lado y si no sabemos hacerlo, es mejor no tener pereza ni prejuicios para aprender. Esto ha de ser recíproco. Porque, cuando ambos se sienten “bien” queridos, atendidos y cuidados, habrá pocas posibilidades de que se les pase por la cabeza poner fin a una bonita relación, o buscar fuera lo que saben y sienten que tienen con el otro.
En resumen, además del amor que sentimos por nuestra pareja, también es importante querer, poder y saber hacer feliz a la otra persona y comprobar y confirmar que, a su vez, quiere, puede y sabe hacernos felices.
Fuente: Nosotras