Las protestas celebradas hoy en Río de Janeiro y Brasilia contra la organización del Mundial de fútbol 2014 perdieron fuerza en comparación a manifestaciones precedentes, cuando faltan 13 días para que comience la competición.
A pesar de que las protestas convocadas por las redes sociales prometían reunir una multitud, poco más de 500 personas en total se reunieron en ambas ciudades, dos de las doce sedes del Mundial que comienza el próximo 12 de junio.
En Río de Janeiro, unas 300 personas, varias vestidas de negro y con máscaras, consiguieron bloquear a su paso varias calles del centro de la capital carioca, lo que generó un enorme embotellamiento.
Debido al reducido número de participantes, los manifestantes marcharon hacia la sede de la alcaldía de Río de Janeiro en un intento de juntarse a los cerca de 2.000 profesores públicos en huelga que participaban en una protesta para exigir mejores salarios.
A más de 1.000 kilómetros de distancia, en Brasilia, otras 200 personas marcharon también de forma pacífica hasta el Estadio Nacional vigilados de cerca por numerosos policías.
Al igual que en la capital carioca, los manifestantes entonaron cánticos contra el Gobierno y el Mundial, exigieron más inversiones en la salud, la educación y el transporte públicos, y mostraron grandes pancartas en las que se leía “Tarjeta Roja para la FIFA” y “Fuera FIFA”.
El escenario fue muy diferente al vivido el pasado martes en Brasilia, cuando una protesta similar concluyó con enfrentamientos entre manifestantes y policías.
Dos agentes resultaron heridos y uno de ellos fue alcanzado por una flecha disparada por indios que exigían mayor celeridad en la demarcación de sus reservas y se sumaron a la manifestación contra el Mundial.
La afluencia de personas en la protesta de este viernes fue notablemente menor a la de las manifestaciones que tuvieron lugar el pasado junio, coincidiendo con la celebración de la Copa de las Confederaciones de la FIFA.
En la época, además de los manifestantes contra el Mundial, las marchas reunieron a miles de brasileños en cientos de ciudades que exigieron mejores servicios públicos, principalmente educación, salud y transporte, y que comparecieron espontáneamente convocados por las redes sociales y no por movimientos o sindicatos.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, aludió hoy de forma indirecta a las protestas de movimientos que se oponen al gasto público en el Mundial y afirmó estar convencida de que los brasileños entrarán en el clima del evento de la FIFA sin protestas.
“Tengo absoluta certeza de que el pueblo hará como siempre hizo: va a juntar a los amigos, a la familia, a la comunidad, va a comprar una cervecita, encender el televisión y ver el Mundial hinchando por nuestra selección”, declaró Rousseff.
El Gobierno brasileño admitió que las marchas del año pasado lo sorprendieron pero se dijo preparado para evitar incidentes en las manifestaciones que se produzcan durante el torneo, las cuales serán toleradas mientras sean pacíficas.
El ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, agregó que el Gobierno no espera en el Mundial las grandes manifestaciones que sacudieron Brasil en la Copa Confederaciones.
A pesar de que las marchas contra el Mundial han perdido fuelle en las últimas semanas, han arreciado, en cambio, manifestaciones de sectores concretos de la sociedad que han aprovechado la expectativa generada en torno al torneo para hacer llegar sus peticiones individuales hasta los políticos.
Policías, conductores de autobús, profesores, “sin techo” y sindicatos, entre otros, se han manifestado en los últimos días por mejores condiciones laborales, principalmente aumentos salariales, y en algunos casos han declarado huelgas que han sacudido las principales ciudades brasileñas, como Sao Paulo o Río de Janeiro.
Fuente: Noticia Al Día