Bajo la mentalidad de asedio del gobierno bolivariano, la oposición venezolana y el gobierno de Estados Unidos son vistos como enemigos mortales a ser combatidos para que la Revolución Bolivariana pueda prosperar, pero también lo es el programa de televisión Sábado Sensacional, que con su enorme audiencia y promoción de valores capitalistas luce como un obstáculo para la consolidación de un Estado socialista.
Porque la lucha por el socialismo también es librada en el campo cultural en Venezuela, en momentos en que el aparato de propaganda del Estado afina estrategias para desmontar aquellos valores percibidos como hostiles para el asentamiento del fervor revolucionario, y para contrarrestar los esfuerzos de la prensa independiente por denunciar los malos pasos del gobierno.
Según un informe elaborado en octubre por el ministro de Comunicación e Información, Ernesto Villegas, el gobierno venezolano se apresta a fortalecer los múltiples medios de comunicación bajo control estatal para establecer un enorme aparato de difusión de propaganda, con el fin de “enfrentar con éxito la hegemonía cultural del capitalismo”.
“Se propone avanzar en la definición de una nueva política comunicacional adecuada a la nueva etapa de la Revolución Bolivariana, que incluya la constitución de un verdadero sistema de medios revolucionarios”, escribió el ministro en el informe dirigido al presidente Hugo Chávez, antes de que el mandatario emprendiera su último viaje a La Habana.
Lo que se pretende es “contribuir al fortalecimiento de la Revolución Bolivariana mediante una política comunicacional que amplíe su base social de apoyo político, contenga y revierta la tendencia de crecimiento del voto antichavista y logre neutralizar los efectos de la guerra mediática contra el pueblo venezolano, derrotando la hegemonía comunicacional del capitalismo y construyendo una contra-hegemonía que permita avanzar hacia el socialismo bolivariano en el siglo XXI”, sostuvo.
Según el documento, el sistema a ser construido debería estar en capacidad de enfrentar “el aparato transnacional de propaganda capitalista”, que bajo la lógica de la revolución, hace uso de todas sus herramientas, medios de comunicación, publicidad e industria del entretenimiento “para conspirar, minuto a minuto, por la alienación de los pueblos”.
La industria del entretenimiento es de especial preocupación para la revolución dado a que promueve valores que son antagónicos a la instauración de una sociedad socialista en el país. En su informe, Villegas recomienda destinar recursos para la elaboración de programas de recreación con el sello socialista para poder contrarrestar la inmensa popularidad de los programas transmitidos por los canales privados de información.
Para ello, el ministro recomendó la elaboración de un “programa de espectáculo y de recreación para competir contra Sábado Sensacional”, en virtud de la “altísima sintonía del programa”, que “nuestro pueblo mira con asiduidad”. Pero también preocupa la elevada audiencia de las telenovelas, por lo que el ministró sugirió el desarrollo de una línea de programas dramáticos, en un intento por hacer uso de la ficción “como herramienta de comunicación y persuasión”.
La lucha en el campo cultural es de enorme importancia para los conductores del Socialismo del Siglo XXI, quienes hacen uso de los grandes recursos del Estado para promover su modelo político. Para Guillermo Lousteau Heguy, presidente Interamerican Institute for Democracy, es un concepto que ha sido adoptado por los movimientos de izquierda en América Latina, quienes siguiendo la tesis forjada por el filosofo marxista Antonio Gramsci, dejaron de lado la lucha armada para cambiarla por una revolución cultural.
“Gramsci es el primero que plantea que la lucha que se está dando en el mundo es un tema cultural, y que el que gane en el campo de la cultura, ese es el que va a terminar dominando”, comentó Lousteau. Pero lo que ocurre en Venezuela es que está siendo emprendido desde un campo desigual en vista de que el chavismo hace uso ilegitimo de las riquezas del Estado para promover un solo proyecto político.
Esto es sin embargo fundamental para que este tipo de movimiento pueda sostenerse, ya sea en Venezuela, Ecuador o Argentina, comentó Lousteau. “Todos ellos necesitan lo que ellos llaman el relato, o la narración, para legitimarse. Para dar una idea de los acontecimientos inmediatos, históricos, o de la actualidad, que los legitime. Porque ellos parten de la premisa que el gobierno o la política es sencillamente enfrentamiento con el otro, y no consenso. Para enfrentarse necesitan ese tipo de relato, o narración”, comentó.
El concepto del enfrentamiento se ha convertido en una guerra abierta contra la prensa venezolana, que el régimen bolivariano considera como una herramienta del capitalismo. En su informe, Villegas habla sobre la necesidad de abrir nuevas trincheras en “la guerra de cuarta generación que se desarrolla en el campo comunicacional, haciendo evidente la conexión entre los objetivos político-económico del capitalismo y la conducta de los medios capitalistas y de la industria de la cultura frente a los gobiernos y movimientos revolucionarios”.
Pero esa lucha del gobierno bolivariano no debe ser esgrimida por los periodistas del régimen, aún cuando muchos de estos han sido adecuadamente adoctrinados. “La comunicación es demasiado importante como para dejarla sólo en manos de los comunicadores”, señaló el ministro en su informe. “No es un asunto de tecnócratas de la información”.
En cambio, Villegas propone que el vasto Sistema Nacional de Medios Públicos —que incluyen estaciones de radio, televisión, prensa escrita y medios digitales— sigan estrictamente los lineamientos establecidos por un Comando Político Comunicacional de la Revolución Bolivariana, organización a ser integrada por los máximos líderes del chavismo así como expertos en propaganda. “Sus directrices serán de obligatorio cumplimiento de toda la estructura del gobierno bolivariano, incluidos ministros”, señaló.
Ese sistema buscaría principalmente divulgar las posiciones y logros de la Revolución Bolivariana, para aumentar de esa manera “la influencia de los valores del socialismo en la sociedad venezolana, mediante la comunicación de sus avances, desafíos y dificultades en la aplicación del proyecto bolivariano”. Esfuerzos como estos, aunados a los constantes ataques contra los medios de comunicación independientes, dejan en relieve que su objetivo es tratar de establecer la hegemonía comunicacional en Venezuela.
Pero si bien el Estado se ha convertido en el mayor controlador de medios en el país, muchos de ellos adquiridos a través de expropiaciones y compras realizadas por empresarios “amigos” del régimen, sus mensajes hasta el momento no han tenido un calado muy hondo dentro de la sociedad venezolana, afirmó Tinedo Guía, presidente del Colegio Nacional de Periodistas.
Esto se debe, según Guía, a que los venezolanos pueden distinguir entre la propaganda y la información, y están concientes de que la información brindada por los medios oficiales no refleja la realidad de la población venezolana.
“Ellos van por su filosofía, su camino y su orientación política, y quieren adoctrinar a todo el mundo a través de los medios que ellos manejan”, comentó Guía.
“Pero la gente sabe que sus medios se enfocan únicamente en hacer propaganda al sistema de gobierno actual en el país y que no son medios que sirvan realmente a las comunidades, porque para ello tendrían también que darle voz a las personas que piensan diferente, y no lo hacen”, sostuvo./DO
Fuente: Nuevo Herald