William Santana: América Latina en la geopolítica mundial

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William Santana: América Latina en la geopolítica mundial

En los últimos años muchos analistas, entre los cuales cuento con colegas y amigos, han dedicado escritos a los cambios en el sistema internacional que se están produciendo en este siglo. Los protagonistas de estas transformaciones o ajustes son por supuesto las grandes potencias que determinan a través de cambios doctrinarios económicos, políticos y militares la manera en la que evoluciona (o involuciona, según se vea) la comunidad internacional, teniendo como telón de fondo el llamado Sur Global, en el cual se encuentra Latinoamérica.

Para ubicarnos un poco en el papel de América Latina en el mundo me vino a la mente un compendio que recoge las opiniones de 35 académicos y lleva por título América Latina: ¿hay voluntad política para construir un futuro diferente?, en el cual a través del estudio del contexto internacional, la democracia, los temas económicos, los temas de seguridad, como el crimen organizado y el narcotráfico, y, finalmente, los temas de derechos humanos y su relación con la migración concluye que las relaciones entre los países de Latinoamérica han sido un tanto confusas, mientras que la cooperación es casi nula. La realidad es que América Latina y el Caribe no se entienden como una región; cada país actúa por su cuenta, no hay diálogo ni confianza ni tampoco una propuesta latinoamericana en el sistema internacional.

Sin embargo, su escasa participación en el escenario mundial no significa que no adquiera relevancia dentro del tablero geopolítico, especialmente a partir de la decisión del gobierno de Donald Trump en designar entidades narcotraficantes como terroristas en la región y realizar un inusual despliegue militar en el Caribe con la intención de combatirlos y llevar a sus responsables ante la justicia.

Las eventuales acciones de ese componente militar van a tener una repercusión importante para la definición geopolítica puesto que intereses extra continentales como los de China, Rusia e Irán van a ser afectados de alguna manera, incluso radical, al ser neutralizados si avanza una redición de la Doctrina Monroe expresada a través de la “política de las cañoneras” o la llamada también diplomacia de la fuerza por parte de los Estados Unidos.

Por lo pronto, el movimiento militar ha estado acompañado de una gestión diplomática en busca de apoyos en Europa, cuyos países han dado expresiones favorables a estas acciones con la notable e infortunada excepción de España, el interlocutor natural del viejo continente con Iberoamérica. Por su parte, China y Rusia han manifestado su rechazo a la presencia militar de Estados Unidos en el Caribe solamente a través de sus portavoces de gobierno, mas no de los propios mandatarios, en una actitud lógica de cautela diplomática.

A lo interno de Latinoamérica nos encontramos con expresiones distintas que van desde el rechazo a las acciones de Estados Unidos hasta aquellos que consienten la presencia de naves y aeronaves militares norteamericanas en su territorio. Hasta ahora ni en la Organización de Estados Americanos ni en la Comunidad de Estados Latinoamericanos se ha llevado a la consideración este asunto. Sin ir al fondo del debate sobre el tema de la seguridad nacional de Estados Unidos, el grave problema del narcotráfico, el terrorismo y su relacionamiento con los principios de no intervención y respeto a la soberanía de los Estados, podemos considerar que la ventaja absoluta en estas circunstancias está de parte de la administración Trump.

Una intervención decidida de Estados Unidos, similar al reciente desplazamiento de China del control de áreas vitales del Canal de Panamá, va a generar tensiones geopolíticas importantes en el marco de las disputas globales que mantiene las tres grandes potencias en el escenario internacional. China no va a ceder fácilmente en sus avances de influencia política y económica de la franja y la ruta en América Latina, Rusia de sus acuerdos militares ni Irán de su expansión de células terroristas.

No es motivo de orgullo que la región sea del interés mundial por la deriva que ha tenido hacia Estados fallidos o forajidos. Ojalá las consecuencias sean la de enfocarse en la promoción de la democracia, la buena gobernanza, el desarrollo para alinearse con los países prósperos y la firme determinación de la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y la delincuencia transnacional, para así ganar el sitial que nos debería corresponder en el concierto internacional.

 

William Santana

 

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