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Trump es como Chávez

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Trump es como Chávez

Debemos la analogía al destacado escritor español Javier Marías, quien ganó hace veinte años el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos. Fue entonces la primera vez que el galardón cruzaba el mar para que distinguiera la obra de un autor peninsular. Desde entonces Marías ha estado pendiente de los asuntos venezolanos, razón que habitualmente lo conduce a apreciaciones cabales sobre lo que pasa entre nosotros. En esta ocasión se fijó en el comandante Hugo Chávez para tratar de arrojar luz sobre el flamante presidente de Estados Unidos.

 

 

 

En reciente artículo publicado en El País, Marías se alarmó ante el hecho de que los analistas, especialmente los que pululan en las redes sociales, se empeñaran en comparar a Donald Trump con Adolfo Hitler. Le pareció una demasía, de momento, y quiso buscar un cotejo más razonable. Para eso se puso a pensar en los males del populismo, que no es una planta exótica ni un producto exclusivo de los países calificados de atrasados en materia política y social, para llegar a una conclusión difícil de rebatir: así como ha florecido en los países que sobreviven más abajo del río Bravo, también echa raíces y crece vigoroso en la potencia del Norte. No hay muros para esa patología, ni alambres de púas que impidan su reproducción. Ahora encarna en Donald Trump, un agitador aclamado por soflamas que rebuscan en los instintos primarios de la sociedad el abono para su establecimiento.

 

 

 

Marías encuentra en los discursos y en la arbitrariedad de Chávez la posibilidad de una adecuada comparación. Trump imita los programas del caudillo barinés, afirma, abundantes en afirmaciones irresponsables y en ataques injustificables contra la institucionalidad. Si no los calca del todo, agrega, va por el camino de seguirlos de cabo a rabo hasta el extremo de producir emisiones que duren horas y horas ante un público entusiasta y cautivo. Como lo que quiere es el seguimiento de una manada de borregos como los que acudieron a los gritos de un hombre deslenguado e irreflexivo, está tomando apuntes para hacer lo mismo. Ya lo ha comenzado a llevar a cabo, pero no tardará en perfeccionarlo para ser un Chávez estadounidense en la fragua de una deplorable hegemonía.

 

 

 

El autor también encuentra soportes para su analogía en los ataques de Trump contra el Poder Judicial y contra los medios de comunicación independientes, a los cuales ya ha dedicado improperios como los que el comandante lanzaba en sus intervenciones públicas. La puesta en marcha de acciones inconsultas, es decir, de decisiones que no consideran la opinión del partido republicano, lo lleva igualmente a la misma conclusión. Un ego desbordado, una voluntad de dominación que no permite frenos ni contrapesos, como las del milico venezolano, se adueñan de la Casa Blanca y del destino de los estadounidenses, concluye.

 

 

 

Estados Unidos, una sociedad pagada de sí misma, un pueblo en la vanguardia de la democracia occidental, seguramente sentirá que Javier Marías está exagerando, en el mejor de los casos, o creerá que es víctima de la locura. Sin embargo, tal y como observa desde su atalaya la conducta del nuevo mandamás del Norte, parece que está dando en el clavo. Mal van las cosas allá arriba, si Chávez ha encontrado un discípulo esclarecido en el flamante inquilino del despacho oval.

 

 

 

El Nacional

 

Por Confirmado: Francys Garcìa

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