Creímos ingenuamente que el progreso científico habría liberado al hombre de las creencias irracionales, en cambio parece que la tecnología está produciendo un hombre casi más “credulón” que el de los mal llamados “siglos oscuros” de la Edad Media
El hombre es un ser racional e irracional al mismo tiempo y, por tanto, entendemos al mito y a la razón como dos formas contrapuestas que tiene el hombre de instalarse en el mundo y de interpretar ese mismo mundo. Dentro de esta perspectiva, mito y razón constituyen algo imperecedero en la naturaleza humana y por ende existen “nunc et semper” en la historia de la humanidad. Lógicamente, a través de las distintas épocas históricas podemos descubrir períodos en los cuales hay un predominio de uno de los dos esquemas interpretativos, así simplificando un poco los últimos dos milenios en la historia de la Civilización Occidental, podríamos afirmar que a una época más o menos racionalizada le sigue otra con un relativo auge de lo irracional.
Después del racionalismo grecorromano nos encontramos con el misticismo de la alta edad media, seguido por una reacción de la razón que, desde la baja edad media y a través del Renacimiento logra “endiosarse” en el “Siglo de las Luces”.
Los excesos “infantiles” de los últimos iluministas ya se dan en una atmósfera romántica mucho más sensible a las dimensiones irracionales del Hombre.
El ingenuo positivismo decimonónico prende de nuevo el “bombillo” de la razón, sólo para ser apagado una vez más por el “Antintelectualismo” de las primeras décadas del siglo XX.
Karl Gustav Jung nos dibuja magistralmente el ambiente de la época: “Con la primera Guerra Mundial, parece haber despuntado para Europa un tiempo en el cual suceden cosas que, antes, a lo sumo hubieran podido soñarse. Incluso, se había tenido ya casi como una fábula la guerra entre naciones cultas, al sostener la opinión de que semejante absurdo resultaba cada vez más imposible en este razonable mundo organizado a escala internacional.
Lo que siguió a la guerra fue una verdadera danza de brujas; fantásticas revoluciones, cambios en el mapa, retrocesos de tipo político hacia modelos medievales y antiguos, estados que absorben pueblos y sobrepasan en mucho con sus pretensiones de absoluto totalitarismo todos los anteriores intentos teocráticos a este respecto, persecuciones de cristianos y judíos, matanzas políticas en masa”.
Después de 1945 y a raíz de la sangrienta “Gotterdammerung” nazi-fascista, entramos nuevamente en una época centrada en la racionalidad. Pero, en los últimos años, ¿no les parece que hay algo parecido a la descripción de Jung? Creímos ingenuamente que el progreso científico habría liberado al hombre de las creencias irracionales, en cambio parece que la tecnología está produciendo un hombre casi más “credulón” que el de los mal llamados “siglos oscuros” de la Edad Media.
Por eso, el auge de las sectas satánicas y las más absurdas teorías de la conspiración, que vienen difundidas, en esta era de la posverdad, por la explosión de los medios alternativos en las redes sociales y fortalecidas por los algoritmos.
Se está formando una humanidad que está pendiente de la última imbecilidad, que sale de la boca de algún “influencer” o “tiktoker”. Niall Ferguson, uno de los grandes historiadores del presente, profesor en Oxford y Harvard, con decenas de libros publicados, tiene 375.000 seguidores. En cambio, un “tiktoker”, graduado en nada, que se ha atrevido a difundir absurdas teorías conspirativas y no cree en el holocausto judío, tiene más de dos millones de seguidores.
@sadiocaracas