logo azul

Principios éticos y brújula política

Categorías

Opiniones

Principios éticos y brújula política



¿Por qué tuvo éxito el enfrentamiento radical de Juan Pablo II contra el comunismo? ¿Por qué Ronald Reagan y Margaret Thatcher contribuyeron de manera decisiva al colapso de las aparentemente indestructibles estructuras de dominación del socialismo soviético? Pensamos que la respuesta es esta: porque su lucha se sustentó sobre principios éticos firmes e irrenunciables. Esos principios forjaron el sólido sentido de dirección política que condujo, cada uno a su manera, el combate de esos grandes líderes de la epopeya de la libertad.

 

 

El modelo que debe orientar los esfuerzos de la oposición democrática en Venezuela, en nuestra opinión, es en particular el de Juan Pablo II. Lo creemos así por el carácter primordialmente moral de su lucha. Sin una base ética no negociable ante nada y por nada, resulta cuesta arriba confrontar el mal, y lo que enfrentamos en Venezuela no es un mero régimen político como cualquier otro, sino una expresión del mal en el terreno de la política.

 

 

No se trata de comunismo propiamente dicho, aunque el régimen presenta rasgos propios del totalitarismo marxista; se trata de una estructura descarnada de poder que procura dos metas: mantener a toda costa ese poder sin trabas ni término, así como la plena sumisión de la sociedad.

 

 

El socialismo del régimen no es un ideal ni un fin en sí mismo sino un método de subordinación. En ese orden de ideas, aciertan quienes resaltan el carácter mafioso del régimen, pues sus mecanismos de dominación, es decir, el miedo y la corrupción adelantadas por el Estado, la violencia sistemática y el despojo de las riquezas de todos para beneficio de los que mandan, son propios de la mafia. En especial señalamos el ensañamiento y la tortura contra los que disienten, la persecución y hostigamiento a sus familias, a lo que se añade la mentira sistemática, como aspectos claves de la naturaleza malvada del régimen chavista.

 

 

Juan Pablo II no estuvo dispuesto a transigir con el mal, y la oposición democrática venezolana no debería hacerlo. No importa que en ocasiones la lucha parezca desfallecer ante tantas adversidades; el camino hacia adelante no debe jamás ser abierto al precio de voltear la mirada ante la naturaleza esencial de un régimen malvado. Aquellos que se proclaman opositores, pero a la vez sucumben ante un presunto pragmatismo tan carente de principios como de resultados reales, cometen dos errores: por una parte, colocarse en el mismo terreno del régimen, y por la otra debilitar las fibras espirituales que en última instancia nutren y nutrirán el compromiso por la liberación y su triunfo.

 

 

Si bien no abogamos por la conversión de la política en una cruzada moral, aseveramos no obstante que en las condiciones que vive el país, los que combatimos la dictadura que destruye a Venezuela requerimos armarnos de principios de índole ética. De modo especial nos referimos a los siguientes: 1) La libertad es el valor supremo y el objetivo de la lucha, tanto la del pueblo frente a sus opresores internos como la de todo el país frente a sus invasores cubanos, rusos, chinos e iraníes. 2) Las elecciones son un medio, no un fin en sí mismo. Es inaceptable participar en contiendas electorales amañadas y corrompidas por el mal esencial que las programa y ejecuta. 3) Un combate prolongado como el que nos ha tocado llevar a cabo tiene vaivenes, victorias y reveses. La perseverancia es fundamental y no se adquiere mediante posiciones pretendidamente pragmáticas, que en el fondo esconden tras una cortina de humo la capitulación de los principios.

 

 

Reivindicamos, en función de lo que ya hemos dicho, el extraordinario mensaje emitido por la Conferencia Episcopal Venezolana el pasado día 28 de mayo de este año. En el mismo leemos que la situación del país es “moralmente intolerable” y que “los males hay que arrancarlos de raíz”. El magnífico texto de Arzobispos y Obispos sostiene también que a los demócratas venezolanos, a todos los que intentamos ponerle fin a la devastación material y espiritual de la nación, se nos plantea “una acción moral de gran calado”.

 

 

No planteamos una cruzada mesiánica o actitudes ilusas; planteamos, eso sí, una acción política centrada en un insoslayable compromiso ético con la libertad frente al mal. Un compromiso que no claudique ante el cortoplacismo y la ambigüedad. Un compromiso como el que hizo que la lucha de Juan Pablo II, Reagan y Thatcher contra el comunismo soviético culminase en triunfo.

 

 

El inmenso poder, en apariencia, de la Unión Soviética y sus satélites descansaba sobre los carcomidos pilares de la deshumanización, y una fuerza espiritual superior le puso término. Confiamos que así pasará en Venezuela, si preservamos con entereza una robusta brújula política sustentada en la ética. El mal en ocasiones luce invencible, pero en verdad no lo es.

 

Editorial de El Nacional

Comparte esta noticia:

Contáctanos

Envíe sus comentarios, informaciones, preguntas, dudas y síguenos en nuestras redes sociales

Publicidad

Si desea obtener información acerca de
cómo publicar con nosotros puedes Escríbirnos

Nuestro Boletín de noticias

Suscríbase a nuestro boletín y le enviaremos por correo electrónico las últimas publicaciones.