La vida parlamentaria fue mi vocación. Representar a Lara como Diputado al Congreso ha sido para mí el mayor honor recibido. Retirado ya de las aspiraciones personales en política, luego de tenerlas y luchar por ellas durante años, me he dedicado a la tarea docente universitaria, entre otras en Derecho Parlamentario.

El miércoles de esta semana me correspondió la lección introductoria en el Curso de Técnica Legislativa que organizan el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro y la UCAB. Me tocó hablar de las tres grandes funciones de la institución parlamentaria.

La política, atinente a la representación regional y del pluralismo partidista, a la deliberación como característica propia de la sociedad democrática y a la orientación política que se manifiesta en gobierno y oposición contrastando visiones sobre medidas de corto plazo, políticas públicas de mediano y visiones de país a largo plazo.

La legislativa, para elaborar las normas que rijan la vida social, dictadas en el presente perspectiva de futuro, y en las cuales hay que tomar siempre en cuenta algo en lo que fallan los legisladores, que es saber cuánto cuestan, sea en costo fiscal o en incidencia económica.

Finalmente, la función contralora, expresión del equilibrio y la colaboración entre los órganos del Poder Público en democracia. Sabio diseño de origen aristotélico, clásico desde la formulación de Montesquieu en el Siglo XVIII. Datos básicos, elementales, a ser conocidos y, sobre todo, comprendidos, por quienes ejercen la función parlamentaria y, principalmente, por quienes presiden cuerpos deliberantes.

Ramón Guillermo Aveledo