El recuerdo más cercano de la república civil es su fase de crisis y decadencia. Esos cuarenta años se despacharon a la ligera, con el simplismo interesado de una propaganda parcial tenaz, abrumadora, de la TV al texto escolar, cuya respuesta fue un silencio ominoso, con excepción de dos libros, que es poco o nada
“Si usted tuviera que comparar los cuarenta años de la llamada Cuarta República contra los diecisiete años de la Quinta, ¿Cómo evaluaría la situación que vive actualmente?”. Lo preguntaron en la encuesta Ómnibus de la empresa Datanalisis, cuyo campo es del 20 al 29 de noviembre de este año. Lo leí en laceiba. Lo interesante son las respuestas. 77,4% piensa que hoy vive peor que entonces. 8,1% estima que vive igual, es decir, que nada ha cambiado. Solo 7,6%, menos de ocho de cada cien entrevistados, opina que vive mejor. Y 6,9% no sabe o no contesta.
La primera reacción, predecible, en un “oficialista” de hueso colorado –nunca mejor dicho– es descalificar la información y atribuirla a la “guerra económica”. Otra es que el estudio se equivoca y puede ser, no hay medición infalible, pero, ¿y esas proporciones? Una tercera, más “objetiva” es que se trata de un malestar transitorio debido a una coyuntura desfavorable que ya empieza a superarse. Todos sabemos que las tres llevan a engañarse.
El recuerdo más cercano de la república civil es su fase de crisis y decadencia. Esos cuarenta años se despacharon a la ligera, con el simplismo interesado de una propaganda parcial tenaz, abrumadora, de la TV al texto escolar, cuya respuesta fue un silencio ominoso, con excepción de dos libros, que es poco o nada. Pero ese no es el tema. Tan mayoritaria respuesta popular no implica automáticamente nostalgia por un pasado al que se desee volver. Sería lectura equivocada.
El período histórico actual se caracteriza por haber tenido todo el poder y todos los poderes, una cantidad de recursos incomparable con cualquier otro y una maquinaria comunicacional incesante para exaltarse y demoler al adversario. Y al final, casi ocho de cada diez personas piensan que, en cuanto a sus vidas, el cambio ha sido para peor. Ahí hay mucho votante por Chávez e incluso por Maduro. ¿No es suficiente para reflexionar?
El número que responde vivir mejor es, de por sí, revelador. No llega a uno de cada diez venezolanos. Una proporción demasiado aproximada a la minoría que ejerce el poder o se aprovecha de él. Los llamados “enchufados”. ¡Qué soledad! Ellos tienen acceso a encuestas muy bien hechas, de afinada puntería. ¿No explicaría eso la verdadera motivación de su miedo a que el pueblo vote y decida?
A solas con las cifras, es inevitable admitir que el modelo ha fracasado. Hay que cambiarlo por el bien de todos. O, al menos, de 92,4 de esos cien venezolanos.
Ramón Guillermo Aveled
@AveledoUnidad
