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«En Venezuela la democracia se acabó»

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«En Venezuela la democracia se acabó»

 

 

La sentencia pertenece a Mauricio Lizcano, presidente del Congreso de Colombia. No es un concepto particular o exclusivo del alto representante del Parlamento colombiano. Es una expresión que se repite en el mundo en los principales escenarios de la democracia internacional.

 

 

 

La Unión Europea, los congresos de los países de Europa, la ONU, la OEA, las ONG, figuras políticas, ex presidentes y la mayoría de los países latinoamericanos, miran con asombro cómo Venezuela, en manos de Nicolás Maduro, le ha dado un golpe a la que fuera la democracia más sólida del sur del continente. Y más aún, para sus aliados de la izquierda internacional, una piedra en el zapato que ha puesto en entredicho las bondades del Socialismo del Siglo XXI.

 

 

 

La sentencia del congresista colombiano ha molestado a Maduro, pero más, ha sido el cambio que ha ido asumiendo el presidente vecino, Juan Manuel Santos, quien, desde aquella declaración de amor que dirigió a Hugo Chávez cuando le calificó como “mi nuevo mejor amigo” y le dio un viraje a las relaciones con Venezuela, hasta la reciente declaración en la que señala que “la Constituyente convocada por Nicolás Maduro no es la vía adecuada para salir de la crisis que atraviesa Venezuela” agregando que la prioridad “es la conformación de un calendario electoral y el respeto a la Asamblea Nacional”.

 

 

 

El Gobierno de Maduro, hipersensible a las opiniones adversas foráneas, en las que ve una conspiración en cada crítica que le hacen, respondió a través de un comunicado de la Cancillería al antiguo “mejor amigo” interpretando su opinión como una “traición” al Gobierno venezolano y de asentar con ella “una estocada en la espalda” luego que Venezuela fuese un factor fundamental en los acuerdos de paz con las FARC.

 

 

 

De esa respuesta se pueden hacer varias lecturas. Una de ellas, desde luego, es la preocupación de ver cómo sus antiguos aliados comienzan a distanciarse del régimen de Maduro. Uno tras otro comienzan a emitir opiniones sobre el camino autocrático y violento que ha escogido el nuevo chavismo, su separación de los principios democráticos, que incluyen la salida de la OEA, la abierta y descarnada violación de los derechos humanos y esta última propuesta constituyente que busca darle piso legal a una autocracia a semejanza de la cubana.

 

 

 

La respuesta venezolana también refleja una actitud y un modo de pensar arraigado en el chavismo según la cual, todo aquel que los cuestione pasa a formar parte de las filas del “enemigo”. Al reclamarle a Santos su “traición” le está demandando que el favor que le hiera el chavismo al hacer el puente con las FARC, ello se debe pagar no inmiscuyéndose en lo que hacen en Venezuela. En otras palabras: violar los derechos humanos, desestabilizar el continente y asumir un régimen dictatorial “es un asunto nuestro”.

 

 

 

Por ello, así como dijo el presidente del Congreso de Colombia: “En Venezuela la democracia se acabó”…¿y? sería la respuesta conducente de la Cancillería venezolana

 

 

 

 Francisco Olivares

 @folivares10

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