Nuevamente Nicolás Maduro prolonga la irremediable decisión de tomar medidas económicas que suelen identificarse con el «paquetazo». Digamos que prolonga la agonía en tanto que redistribuye el poder interno.
Si bien el cambio más importante ha sido la salida de Rafael Ramírez de Pdvsa, ella no ha sido una «defenestración» a lo Giordani. Pero tampoco ha sido un cambio que amerite celebración por parte de sus miles de seguidores dentro del PSUV. No es un secreto en las filas internas del partido que sus posturas frente a las políticas económicas han tenido discrepancia con la línea ortodoxa que ha impuesto Maduro y tampoco el hecho de que es una figura que tiene aspiraciones presidenciales.
Medidas tales como el aumento de la gasolina y la unificación cambiaria han sido congeladas pero tarde o temprano deberán ser tomadas. En el despacho presidencial reposan las propuestas de dos o tres importantes agencias internacionales de comunicación con minuciosas propuestas de cómo encarar una campaña frente a la población antes de subir la gasolina.
Pero lo malo del asunto es que esas medidas no son la solución a la crisis económica. Son acciones inevitables para poder manejar la inmensa burocracia estatal generada por las políticas estatistas y de controles manejada además al arbitrio de los funcionarios.
No hay ni habrá por el momento políticas que destranquen el juego y que abran la economía como ocurre en el resto del continente. Por ello la inflación seguirá su curso ascendente y la hegemonía del dólar paralelo seguirá marcando el precio real de bienes y servicios.
Esos factores jugarán en contra de la gestión de Nicolás Maduro y no sería extraño que facciones internas del PSUV terminen jugando al fracaso definitivo del heredero en función de la aparición de un nuevo líder que ofrezca encarar los graves problemas que sufre la población.
Elías Jaua ha sido asignado al Ministerio de las Comunas en donde jugará el importante rol de reorganizar todo el aparato de base del PSUV. Hay que recordar que esa base social está descontenta y se requieren extraordinarios recursos económicos para unificar a un gran sector de base que, al margen de la ideología, se acostumbró ha movilizarse tras las prebendas económicas y por el control político de las comunidades. Toda esa acción estará dirigida a rescatar la votación del PSUV en las elecciones parlamentarias que son vitales para que Maduro se mantenga en el poder. De sufrir un revés en ese evento, que podría ocurrir a pesar del ventajismo y el control del CNE, los días de Maduro podrían estar contados con un revocatorio en puertas.
Por el momento Maduro redistribuye el poder y mantiene a raya a las facciones internas en un acuerdo «táctico» o temporal entre la cúpula que maneja el poder (Maduro, Ramírez, Cabello).
Los problemas económicos aumentarán. Lo que resta es preguntarse quiénes sacarán provecho de esas crisis que podría ser el verdadero «sacudón».
Francisco Olivares
@folivares10
