Ofrezco mis disculpas por la reiteración con el tema de invertir las ganancias obtenidas por la renta petrolera en educación, pero este replanteo es hecho partiendo de firmes convicciones de que el futuro de Venezuela está allí, en el talento humano. La primera medida a aplicar en la realidad, es ampliar la cobertura educativa, para que avancemos en la conquista de la meta de que ningún niño venezolano quede fuera del sistema educativo nacional.
Esto iría de la mano de minimizar, verdaderamente, el analfabetismo, logrando de esa forma incorporar al conocimiento a mujeres y hombres de todos los pueblos del país que hoy son automáticamente excluidos, simplemente porque no saben leer ni escribir.
Otro objetivo fundamental consiste en incrementar la calidad de la enseñanza, porque no se trata de abrir más escuelas y meter a los niños como si se reunieran ovejos en un corral. No. Para nada. Lo que se está planteando es la excelencia, de una educación que prepare ciudadanos comprometidos con la Nación, ciudadanos con valores, que asuman responsabilidades, y al mismo tiempo sepan defender sus derechos elementales de ciudadanos libres. Y eso significa disfrutar de una educación que forme ciudadanos con habilidades, ciudadanos emprendedores para impulsar iniciativas que terminen generando riquezas para su país y beneficios propios.
Esa es la meta esencial de una educación para la vida, para el progreso, más allá de la típica educación tradicional que limita los sueños de los educandos. Estamos involucrados en un mundo cada día más competitivo, y por lo tanto, necesitamos que nuestra juventud adquiera conocimientos que despierten su imaginación, para que sean creativos, para que estén dispuestos a dar grandes saltos apoyados en las garrochas de la ciencia y la tecnología, que son los bastiones en esta economía de los conocimientos que impera en la era actual.
Nada de lo anteriormente expuesto se logrará, si no evitamos la interrupción de los ciclos educativos, que está referido a mejorar las oportunidades de continuar los estudios de los niños y jóvenes que comienzan su educación, pero que no pueden concluir sus estudios universitarios. Eso genera frustraciones, y favorece la exclusión perniciosa que lanza a la molienda de la violencia a miles de ciudadanos venezolanos.
Es indispensable pensar también en el educador, en el maestro que es la piedra angular de cualquier proyecto de relanzamiento del talento. Los educadores deben ser la figura cimera de cualquier proyecto de desarrollo humano y económico que nos propongamos cristalizar. Tengo el convencimiento que Venezuela saldrá del ostracismo cuando los maestros ocupen el sitial de honor que les corresponde.
@alcaldeledezma
