Chavismo y «proceso»
marzo 11, 2013 7:21 am

Hay un libro que vale la pena revisar a la luz de lo que de ahora en adelante será el chavismo, y el antes y el después del «proceso». Lo escribió en 1951 Eric Hoffer y se llama «El verdadero creyente: reflexiones sobre la naturaleza de los movimientos de masas», un acucioso análisis sobre las causas sicológicas del fanatismo.

 

Hoffer dice que los líderes son vitales para el crecimiento de un movimiento de masas, pero para que esos líderes tengan éxito, las semillas de los movimientos de masas ya deben existir en los corazones de la gente. Chávez arrastró las masas y creó una suerte de grupo de choque donde los más radicales le comunicaron a la otra lo que realmente pensaban y querían («les vamos a freír las cabezas en aceite», «les vamos a echar ácido muriático»), hasta que la otra parte entendió que había una necesidad para el cambio. Esa parte que pensaba -muy equivocadamente- que no éramos racistas, que no éramos clasistas, que éramos «todos buenos». Nada de lo que creíamos era verdad, pero mantenía el status quo.

 

Por eso, más allá de Chávez, el «proceso» seguirá. Es necesario porque el desarrollo del país requiere de un movimiento masivo de la pobreza hacia la clase media… La gente pobre ha asumido la conciencia de progresar y eso podría crear una clase media que imponga valores. Es una conveniencia para la nación entera, porque un país de pobres es inviable.

 

Hugo Chávez no escribió ni una carta de Jamaica, ni deliró sobre el Chimborazo… veo difícil poner su pensamiento en un libro para que otros lo entiendan, pues es inentendible que alguien sea maoísta en la mañana y jeffersonista en la tarde. Pero el movimiento de masas que impulsó es indetenible y terminará solo cuando las partes en conflicto consigan lo que buscan y comience el perdón colectivo. La única estrategia estable está en la cooperación. Una nación sin cooperación está perdida.

 

Por eso, el «proceso» que se inició siendo chavista se desprendió de Chávez e irá más allá, con vida propia. Y aunque como dice Hoffer «los radicales y los conservadores odian el presente», el futuro dependerá de quienes «no sientan la tentación de utilizar el limo de las almas frustradas como mortero en la construcción de un mundo nuevo. . . Ellos saben que no se puede ser honrado si no se honra a la humanidad». Que así sea.

 

@cjaimesb

 

Fuente: EU

 

Por Carolina Jaimes Branger