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Las redes y la verdad

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Las redes y la verdad

   

 
 Qué problema tan grave para el fiscal general. La estrategia del régimen de armar oficinas completas que activan bots para manipular las tendencias en las redes sociales no ha sido ni remotamente suficiente para desmontar lo que se llama una matriz de opinión. Esto es el resultado de lo que se ventila diariamente en todo el mundo y que se resume así: en Venezuela se violan los derechos humanos.

 

 

Será por eso que, además de los posicionamientos artificiales, se dedican a perseguir a los tuiteros o encarcelar a los que se quejan por Facebook. Simplemente, no han podido con la cantidad de información de primera mano que circula sin control. Y eso es un arma de doble filo, es verdad, pero la mayoría de las veces son las propias víctimas o sus familiares los que con valentía lanzan videos, grabaciones y datos por las redes.

 

 

Los medios de comunicación se hacen eco de estas informaciones una vez que son verificadas, por lo que las redes sociales se han convertido también en una fuente informativa. Y eso a pesar de que la mayoría de los venezolanos no cuenta con conexiones estables de Internet que les permitan el acceso regular a cuantas aplicaciones hay para difundir contenido.

 

 

La ola de hechos que los señalan fría y abiertamente es tan avasalladora que no han podido callarla ni siquiera con la toma de sedes de medios de comunicación, la restricción de papel a los diarios, el cierre de emisoras de radio o el bloqueo de páginas web. Pobre fiscal, no le queda más remedio que quejarse o tratar de que la Corte Penal Internacional le haga caso, sin pensar que ya otros organismos han comprobado in situ que lo que gritan los venezolanos por todas las redes sociales es la cruda verdad. En este país todos los días se viola el derecho a la vida.

 

 


Y lo más gracioso es que el argumento que pretende usar el otrora defensor de derechos humanos -¡vaya paradoja!- es que hay gente que se encarga de manipular los hechos y arma bots para posicionar su versión en aplicaciones como Twitter o Instagram. Siguen sufriendo del mal que tanto observan los psiquiatras en sus pacientes, como es proyectar sus propias culpas en terceros.

 

 

Los informes que manda el fiscal del régimen a la CPI no son más que patadas de ahogados. No les ha temblado la mano para detener, torturar, golpear; no les ha importado que la gente escarbe la basura o se hunda en el Guaire para conseguir comida; no les ha interesado que los malandros se apoderen de parroquias completas y sometan a los vecinos; han ignorado el reclamo de la gente por agua, por electricidad o por gas, ¿y quieren hacer creer que todo eso que circula por las redes es mentira?

 

 

Ni modo, señor fiscal, tantos años de desmanes son como agua derramada. Ya era hora de que el mundo escuchara el grito desesperado de los venezolanos.

 

 

 Editorial de El Nacional
 
 
 

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