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“La espada de Bolívar”

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“La espada de Bolívar”


 
Cada país tiene sus problemas, algunos muy graves, que deben enfrentar sus ciudadanos. Eso es evidente. Pero, a la vez, nadie duda de que los entuertos domésticos se relacionen con actores externos que pueden influir en su evolución. No solo por el vínculo de las sociedades en el siglo XXI, o desde más atrás, cada vez más cercano e ineludible, sino también debido a influencias provocadas a propósito desde poderes foráneos con intenciones políticas.

 

 

Las crisis que están viviendo sociedades como Chile y Ecuador obedecen a situaciones domésticas, a incomodidades e inequidades que encuentran su origen en el desarrollo de vicisitudes internas, por consiguiente. Pero sería una ingenuidad excesiva asegurar que todo allá ha sucedido por resortes exclusivamente nacionales. Ya sabemos cómo hay una aldea global, debido a cuyo desenvolvimiento las fronteras se derrumban y lo que parece propio apenas lo es en sentido relativo, pero los intereses ajenos igualmente están presentes, en especial si su fuerza se establece a propósito desde otras latitudes.

 

 

Las recientes declaraciones de Julio Borges sobre los conflictos de Chile y Ecuador remiten a este último asunto. El encargado de las Relaciones Exteriores por el presidente Guaidó ha convocado una rueda de prensa para presentar informes de importancia sobre cómo el régimen usurpador de Venezuela ha movido los hilos para que los conflictos de las hermanas naciones se hayan profundizado y prolongado. Señala la existencia de un plan urdido por Maduro, por sus secuaces venezolanos y por factores extranjeros que comparten su ideario político y su plan de dominación, con el objeto de desestabilizar los gobiernos de los presidentes Piñera y Moreno; y, si es posible, provocar su derrumbe.

 

 

En su empeño de fomentar o crear un “socialismo del siglo XXI” en el continente latinoamericano, Chávez habló de que, con él a la cabeza como renacido prócer de la Independencia, el arma triunfal del Libertador recorría otra vez el mapa continental. “La espada de Bolívar camina por América Latina” fue la consigna que fraguó para popularizar el proyecto. Como se sabe, gastó infinitas cantidades de dinero, de nuestro nacional dinero, para hacerse presente en el vecindario, y para asociarse con los gobiernos que congeniaran con su designio de una curiosa integración que se postrara ante Cuba y proclamara su hostilidad ante el imperialismo yanqui.

 
 

De ese polvo vienen los lodos que hoy denuncia Julio Borges. De esa insólita injerencia mana una parte de las conmociones de los aludidos países. De la misma dilapidación absurda e irresponsable del presupuesto nacional se alimenta la violencia suramericana de la actualidad. Las alarmas deben sonar como jamás antes frente a lo que promueve el usurpador con las sociedades vecinas, no solo porque se trata de intromisiones inadmisibles y ventajistas, sino también porque lo que buscan en el fondo es el continuismo de la aberración venezolana, que el régimen se afirme y prolongue sin término cercano.

 

 

Editorial de El Nacional

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