Después de que Francia declaró la guerra a Alemania por la invasión a Polonia, el 3 de septiembre de 1939, se produjo un período de casi inactividad que duró unos ocho meses. En ese tiempo, los parisinos siguieron bonchando en el Moulin Rouge, bebiendo y bailando en los guinguettes, comiendo y conversando en los bistrot o paseando por las riberas del Sena, haciendo mofa de la drôle de guerre, es decir, de la guerra cómica o curiosa. Ahora, en Venezuela, el usurpador Maduro y Padrino, su edecán de cuatro soles, denuncian una improbable invasión de Estados Unidos y hacen proclamas que imitan aquella petulante de Cipriano Castro en 1902. Mientras tanto, el común de los venezolanos, o sea los no enchufados con el régimen, tratan de sobrevivir con un ingreso mensual de menos de 1 dólar y duermen con la esperanza de que en el nuevo día no esté Maduro.
En Francia hubo guerra, aunque en los meses previos algunos decidieron seguir disfrutando quizá por pensar que no habría enfrentamientos, pues perduraban los terribles recuerdos de las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Otros la veían posible, pero querían gozar antes de que los nazis invadieran. Sin embargo, paralelamente, los generales Gamelin, De Gaulle y otros preparaban a los soldados para la guerra que estaba ad portas.
En Venezuela, las fuerzas del Comando Sur de Estados Unidos no desembarcarán. Solo atacan a narcotraficantes y amedrentan a Maduro, capo del Cártel de los Soles, quizá con la intención no explícita de inducir a que los oficiales de nuestra Fuerza Armada cumplan con la Constitución. Mientras tanto, el régimen expone a la humillación y a la burla a compatriotas integrantes de la milicia que están en edad de cuidar nietos y que ni ellos, ni los más jóvenes, tienen condiciones físicas para ir a la guerra, lo que rechazamos. Las acciones del régimen son ridículas y bochornosas.
En el supuesto negado de una invasión, Maduro, Padrino y Cabello disponen teóricamente de oficiales y soldados de carrera, pero temen que eventualmente no los respalden. Solo cuentan con sus paramilitares adiestrados para matar y, probablemente, con la guerrilla colombiana. Los cubanos les quitaron la alfombra, pues los tiempos de la locura de Fidel de enviar tropas a Angola y promover la guerrilla en Venezuela y Bolivia quedaron para la historia. Los grupos violentos que tienen a disposición lo único que podrían hacer por corto tiempo es ofrecer cierta resistencia a un nuevo gobierno.
No habrá invasión, entre otros argumentos de más peso, porque el presidente Trump exageró al afirmar que acabó con siete guerras para promoverse al Nobel de la Paz. Algunos hablan de una extracción, que tendría que incluir a varios miembros de la banda, lo que no es fácil, aunque sí posible. Tampoco habrá guerra civil porque Maduro no tiene gente y la inmensa mayoría de los venezolanos queremos que se respete el resultado electoral del 28 de julio de 2024. El cómo saldrá Maduro y su grupo no está claro, pero inevitablemente habrá un nuevo gobierno presidido por Edmundo González y María Corina en la vicepresidencia. Maduro tiene sus días contados. Quizá no sea tan pronto como desearíamos, pero no será tan tarde como aspira quien está en Miraflores por haber dado un golpe de Estado electoral.
Como (había) en botica: En España, el rey no se inmiscuye en política pero, así como Felipe VI opinó sobre Palestina, debería abogar por la libertad de sus súbditos presos políticos en Venezuela, entre ellos Rocío San Miguel. Hay 18 periodistas presos políticos, uno de ellos es Rory Branker, secuestrado el 20 de febrero y que estuvo 90 días en desaparición forzosa. Rory trabajaba en el prestigioso portal digital La Patilla. También Carlos Marcano, que tiene 4 meses preso. Vente Venezuela denunció que los presos políticos Marianela Ojeda, Juan Iriarte y Perkins Rocha ameritan atención médica. Están presos desde enero, junio y agosto, respectivamente ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
Eddie Ramírez
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