J esús Chúo Torrealba, desde hace 6 semanas al frente de la secretaría ejecutiva de la Mesa de la Unidad Democrática, la propuesta de su nombramiento lo sorprendió y luego de negarse obstinadamente decidió aceptar la responsabilidad porque, entre otras cosas, vio la oportunidad de acercar al liderazgo político partidista con el liderazgo social y comunitario.

En estas 6 semanas recorriendo el país ¿qué has encontrado? ­Tanto en sectores populares de la Gran Caracas como de la Venezuela profunda gente que está lejos del ayayay, lejos del cuento de la resignación aprendida, buscando salidas, demandando la construcción de opciones, con un fervor clarísimo en la unidad como herramienta, lo cual no significa la convalidación instantánea de cualquier cosa que haga la Unidad, pero sí hay un fervor, una convicción de que la unidad es un elemento vital no sólo para lograr el éxito político sino para sacar este país adelante.

Entonces, la gente está trabajando. ­Hables con quien hables siempre te señalan una red de pequeñas ineficiencias, como el agricultor que te dice que sacaría las cosechas si tuviera cauchos y baterías para el camión, pero si le repararan las vías de penetración le queda el problema de la inseguridad y si le pusieran la vigilancia policial está el problema de la matraca, y a pesar de eso que parece chiste y que lo retratan como su realidad está allí echándole pierna, intentando generar riqueza, empleo, intentando construir el sueño venezolano de movilidad social a punta de estudio y de trabajo.

Hay muchos que dicen que el venezolano se resignó. ­Es curioso que esos que se la pasan hablando que el pueblo se resignó, se acostumbró, fue pervertido por el clientelismo y se acostumbró a hacer las colas humillantes de Mercal, resulta que ese mismo sector social es el que se instaló en el ayayay, son los que dicen que cómo vamos a votar con este CNE, que por eso nos hacen trampas siempre y por eso perdemos, pero resulta que es mentira que siempre nos ganen, tenemos 7 años acumulando éxitos desde que se desecharon las vías del atajo y se adoptó la electoral como el camino estratégico fundamental para el cambio: el referendo constitucional del 2007, las elecciones regionales del 2008, las parlamentarias del 2010, las presidenciales del 2012 y 13, hitos donde fue posible percibir la erosión sostenida del oficialismo y el incremento simétrico de la alternativa democrática.

¿Los que viven en ese «ayayay» ayudan al gobierno? ­No se dan cuenta que le están dando un poder inmenso a quienes desde el gobierno ejercen un chantaje. En el gobierno hay unos tipos que lo más probable es que queden desempleados dentro de 9 meses. Hay gente que no termina de entender que las elecciones no se ganan con rectores, se ganan con votos y los votos no los cuentan los rectores, los contamos nosotros en las mesas y esa es la historia de estos 7 años de triunfos. Tienes que decidir cómo vives, si dándole poder a tus adversarios o como lo están haciendo los que están en la Venezuela profunda, en la pobreza urbana, rural que no están en el ayayay sino construyendo o exigiendo la construcción de una alternativa aun en estas condiciones ciertamente difíciles.

¿Con qué se enfrenta la alternativa democrática en estos momentos? ­Estamos ante una crisis donde el gobierno se confundió con el Estado y el Estado invadió a la sociedad y una crisis de gobierno en esas condiciones puede llevarnos al colapso del Estado y a la anomia social y ese es el tamaño del reto que enfrenta la alternativa democrática en estos momentos. No podemos contentarnos con decir que tenemos ahora más coherencia que en el primer semestre del 2014, no tenemos derecho a compararnos con nuestros propios errores del pasado reciente para decir que hoy estamos mejor, que tenemos un objetivo, una estrategia y cosas decididas por unanimidad como si eso fuera una gran cosa, eso forma parte de la rutina. Tenemos que compararnos con las exigencias del presente y del futuro, tenemos que dar una respuesta del ancho de la crisis y eso exige de la clase política coherencia, unidad y calidad en su desempeño; de la ciudadanía exige mucho más compromiso, una actitud menos frágil emocionalmente hablando, hay que tener mucha fortaleza espiritual para afrontar en lo que estamos y para lo que viene que no es poca cosa.

¿Debe replantearse la Unidad? ­Lo que el país y la historia demanda de nosotros no es ser resistencia, oposición, hay que ser alternativa de poder. Lo que significa que ese acuerdo que ha servido de base a la unidad debe ser replanteado. Creo que personajes muy importantes como Henrique Capriles y Leopoldo López deben darse la mano en un gesto que vaya más allá de lo simbólico, creo que organizaciones como Primero Justicia y Voluntad Popular deben encontrar el camino para avanzar en lo que estén de acuerdo y dirimir aquellas materias en las la que no lo estén, así como las demás organizaciones deben participar en la relegitimación del acuerdo político que dio lugar a la Unidad.

¿Cómo se le devuelve la fe al venezolano? ­Demostrándole que hay avances, triunfos, que la estrategia obtiene logros. Todo proyecto político para ser exitoso tiene que aproximarse al centro político que es donde está la mayoría y en este momento el centro político está volcado hacia la necesidad de calma, el país está harto de crispación, de confrontación y quienes han asociado la idea de cambio a la violencia, desmán, desorden, crispación, vulneración de la paz pública son nuestros adversarios y tenemos la responsabilidad de cosechar los logros de una estrategia que haga del cambio un proceso político que le devuelva la paz a los venezolanos.

ESPERANZA MÁRQUEZ

Diario Tal Cual