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Deambulando por una zona de guerra

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Deambulando por una zona de guerra

¡Ay Dios ya no puedo más! dice Gianna entre sollozos mientras intenta conciliar el sueño; esto después de haber pasado uno de los peores y más angustiantes dia de su vida.

 

 

 

Al despertarse, jamás pensó que ese día le tocaría correr y correr muchísimo intentando resguardarse de los desmanes en la calle producto de la represión a los manifestantes que exigían entre muchas otras cosas la salida del gobierno de “ese señor”, así le dice ella para no decir su nombre completo debido a que piensa que es un desperdicio mencionarlo.

 

 

 

Salió de su casa temprano como casi todos los días, casi porque a veces se queda dormida producto de las desveladas con su hija de un año y medio, dejó a su nena con su padre, según ella el mejor niñero del mundo porque la cuidó a ella y nunca tuvo por lo menos un raspón en la rodilla, además de que es un abuelo consentidor y su niña lo adora. Sabía que habían programado marcha y que pasaría por tres de los cinco puntos de concentración ese día.

 

 

 

Ella vive en Guatire una ciudad satélite ubicada a veinte minutos (sin cola) de Caracas, la capital de su amada Venezuela, ese día su propósito era estar en la estación de la California a las ocho de la mañana o antes porque no quería que cerraran el metro antes de que ella llegara porque sabía que si eso sucedía su única opción iba a ser camionetica (autobuses); pero eso no pasó; por una cola fastidiosa que había en la autopista que la conduce a la ciudad capital, el motivo, la alcabala de PNB seres que en los últimos días se habían vuelto detestables para ella; dicha alcabala obligaba a los autos a reducir la velocidad y eso retrasó el viaje.

 

 

 

 

 

Llego a la California, sitio donde la deja el transporte que toma desde su casa, eran las nueve y ya el metro estaba cerrado como todos los días que había protestas, según fuentes oficiales para protección de los usuarios cosa que ella no creía, de igual manera no podía hacer nada más que intentar montarse en la camionetica que estaba full de gente por obvias razones, eran ya las nueve y veinte de la mañana y quería llegar temprano a su lugar de destino que en días como ese era el que más detestaba solo por la razón de la ubicación, este era su lugar de Pasantías, Gianna cursaba el noveno semestre, de Comunicación Social y realizaba sus Pasantías en un portal web de noticias llamado Confirmado. El problema; quedaba en Prados del Este una zona de difícil acceso en Baruta, municipio perteneciente al área metropolitana de la capital de Venezuela, Caracas, además de ser una zona que siempre se sumaba a las protestas.

 

 

 

Su compañera de Pasantías y de curso en la universidad, y en esos días compañera de angustias le envía una imagen donde le reafirma lo que ya sabía; que pasaría por tres de los cinco puntos de concentración en la marcha convocada por los dirigentes políticos para ese día. Su repuesta a ese mensaje fue “qué fastidio ir para allá hoy”, luego de intercambiar una serie de mensajes con su amiga quedan en encontrarse en la oficina debió a que ella estaba retrasada y su compañera ya estaba esperando el autobús que la llevaría a la zona donde realizaban su Pasantías.

 

 

 

 

Llegó a su destino y eran las once y media de la mañana, empezó a trabajar lo más rápido que pudo debido a que era tarde y la página estaba retrasada, en el transcurso del día en la medida en que llegaban las noticias más importantes de ese momento, también llegaban mensajes que la llenaban de angustia, estos mensajes decían como eran reprimidos los manifestantes en algunos sitios, y ella aun ahí.

 

 

 

 

Se hizo la hora de su salida y sale con su compañera de desventuras rápido para evitar cualquier contratiempo, porque ellas ya habían tenido que correr, refugiarse, e inhalar el humo producto de las bombas lacrimógenas que lanzaban los agentes del gobierno en contra de todas la personas que transitaban por las calles sin importar que fuesen civiles, ancianos, vendedores de café o niños de la calle, lo hacían y ella era testigo de que solo era por diversión, de la más pura y bizarra diversión.

 

 

 

 

 

Toman un autobús con destino a la estación de Chacaíto, la estación de metro más cercana al portal de noticias, pero este no las lleva hasta allá sino que solo las conduce hasta la parada de la Mercedes, una zona muy reconocída y punto crítico en las manifestaciones lo últimos días. Ella y su amiga ya habían tenido que correr en esa zona y esta vez cuando ya había transcurrido un tiempo sin saber exactamente cuánto entre avanzar unos metros caminando y retroceder el doble corriendo porque venia la PNB o la GNB, viendo múltiples heridos ingresar a una clínica de la zona su compañera le dice que busquen otra ruta porque se siente mal y no quiere correr más.

 

 

 

 

 

Agarran una calle aledaña a la principal de guiándose por un grupo de personas que tomaban ese camino, sin saber a donde las conducía prefirieron caminar por ahí para no atravesar ese campo de batalla que era en lo que se había convertido esa avenida, al recorrer por esa vía guiándose siempre por los que iban adelante pasan por una zona donde fácilmente se puede ver una parte de la autopista que conduce a las Mercedes, ahí pudo ver al igual que todos lo que caminaban en ese momento como más de 200 militares estaban apostados en la vía como si estuviesen preparados para la guerra, más atrás los camiones de esta institución militar y unos metros más atrás las famosas ballenas cuatro en esa ocasión.

 

 

 

Aprietan el paso sin dejar de pensar en esa imagen, cuando llegan a la vía principal de la zona en la que caminaba se dio cuanta que están en Bello Monte, sí había caminado desde las Mercedes a Bello Monte y hasta ese momento sabía que ese camino conducía a esa zona; cuando llega el panorama era escalofriante, parecía un calle del las películas del lejano oeste con la diferencia que en lugar de cabañas habían edificios, en esa calle no pasaba ni un carro ni una persona además de los trabajadores que como ella evitaban pasar por la zona de guerra; solo un borracho sentado a las afueras de una licorería.

 

 

 

 

 

Más adelante llegan a la estación del metro que como las demás estaba cerrada, ya en este momento sus piernas estaban cansadas y su ritmo al caminar había disminuido, no sabía a ciencia cierta cuanto tiempo llevaba caminando porque además de la angustia de evitar la represión a toda costa incluía el miedo de sacar su celular que a pesar de no ser un modelo de alta gama en la actualidad roban hasta los que vende el gobierno para los ancianos, eso que parecen control de aire acondicionados y el gobierno tan populachoso como siempre le llamó vergatario, así es que para proteger su integridad física y no pasar otro mal rato prefiere así como muchos venezolanos esconder su celular lo mejor que pueda y no sacarlo.

 

 

 

Llegan al puente que de Bello Monte conduce a la entrada del un centro comercial ubicado en el sector de Sabana Grande, en ese momento siente alivio y junto a su compañera deciden ir al baño para refrescarse la cara y hacer pipi, salen en busca de una farmacia para comprar agua pero en la farmacia no había, salen y caminan por el bulevar sin saber lo que les espera más adelante, cuando llegan a Chacaíto, el destino para ella era la estación Miranda; sitio donde agarra el transporte que la lleva a su casa y para Pati su compañera era los Dos Caminos lugar donde residía, a una estación de diferencia de la suya, empiezan a sentir un olor muy poco perceptible pero irritante a bomba lacrimógena pero siguen caminando, a esta alturas no queda de otra.

 

 

 

 

 

A la altura de un centro comercial ubicado a unas calles de Chacaíto deciden cruzar la calle cosa que en ese momento las salvó de ser aprendidas por agentes represores, porque en ese momento estos persiguen arrestan y agreden a todos los que por ahí pasaban y ella por haber cruzado la calle se salvan de eso y obviamente por haber corrido como si se tratase de los 100 metros planos en las olimpiadas.

 

 

 

 

 

 

La calle se calma y avanzan con los abrigos en la cara mitigando la inhalación de ese humo que a ella le hace tanto daño debido a su condición de asmática. Han avanzado dos cuadras cuando a lo lejos se escuchan disparos y corren de nuevo en sentido a Chacaíto, se paran y cuando está todo en calma vuelven a avanzar, escuchan ambulancias y vuelven a ver personas que corren para donde ellas, en esta ocasión ella le grita a su compañera ¡PATI DALE PA´ARRIBA, CORRE! Y ambas lo hacen; se paran en la entrada de un edificio descansan y bajan de nuevo. En la esquina de esa calle ella decide llamar a un amigo para preguntar por calles que las puedan sacar de ahí sin pasar por la zona donde habían matado a Nehomar Lander cosa que ellas no sabían hasta ese momento, este no le da respuesta debido a que no tenía conocimiento de ello, deciden caminar y cuando se disponían a hacerlo vuelve a ver otra estampida de gente que corre y al fondo oye un ruido de motos, el grito de ella se hace escuchar de nuevo ¡SUBE, DALE PA´ARRIBA, SUBE! cuando descansan ven que viene subiendo un joven que les inspira confianza por su vestimenta, parecía venir de alguna oficina cosa que más adelante él les confirma mientras caminaban, este les dice que no vayan a Chacao por la Francisco de Miranda porque mataron a un “chamito” de 17 años y eso está “feo”, él les propone irse por una calle aledaña y les dice que conoce la ruta, ella y su amiga se van con él y caminan hasta llegar a la calle que conduce a un centro comercial que queda ubicado en la parte norte de Chacao, aquí el panorama es desgastante, personas con máscara antigás, jóvenes sudados con cascos y escudos con alusión al los símbolos patrios y mensajes en contra del gobierno era lo que se observaba, siguen su ruta esta vez sin pasar ningún contratiempo solo el cansancio motivo de las horas caminando y el malestar de su compañera motivo de un tobillo doblado sin darse cuenta, el joven llegó a su lugar de destino y ella sigue junto a su amiga su ruta, en este punto ya saben donde están y cómo llegar, ella a Miranda y pati a los Dos Caminos.

 

 

 

 

 

 

Llegan a Miranda, era ya de noche se despiden y Gianna va a hacer su cola para agarrar un autobús hasta el centro de la ciudad donde reside para luego agarrar otro hasta su casa, pasan dos autobuses y no es sino hasta el tercero que logra embarcarse, llega al “pueblo de Guatire”, así le llaman y ya no hay carros a su casa, llama a su padre y este le dice que tome un taxi que en casa lo paga, se dirige al centro comercial donde están los taxis que son de su confianza y va a su casa. Son las ocho de la noche y no es sino hasta ahora que puede ver a su papá y a su chiquita después de haber estado expuesta a ser una victima más de la represión deambulado desde las tres de la tarde en las calles de una Caracas que se había vuelto en esos días zona de guerra.

 

 

 

 

 

 

Por Confirmado Massiel Bravo

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