Carlos Sarmiento: Desterrar la ignorancia: Los ataques del comunismo contra las democracias

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Carlos Sarmiento: Desterrar la ignorancia: Los ataques del comunismo contra las democracias

Causa indignación, por lo menos a quien esto escribe, el que con frecuencia escuchemos al comunismo y sus adláteres -los de champán y caviar, los perfectos idiotas latinoamericanos, entre ellos- que se denuncien las actuaciones que ciertos países realicen en defensa de sus instituciones o de su propia existencia, calficándolos como genocidas o serial killers y otros calificativos emitidos sin tener siquiera el más elemental conocimiento de sus significados.

Y lo hacen sólo en función ideológica y con el fin de confundir deliberadamente a las masas e inducirlas a la destrucción de las instituciones para dar paso a sociedades regidas por tiranuelos que con su círculo íntimo se apropian de las riquezas de las naciones mientras mantienen a sus pueblos en la miseria e ignorancia.

De esa manera, crean grupos so pretexto de defensa de determinados derechos de minorías, o se infiltran en ellos, desviando el interés primordial que los guiaban para conducirlos a manifestar posiciones generalmente ante quienes opinan de distinta manera, a quienes alegre y torpemente califican de fascistas (otro calificativo que desconocen) y otros peyorativos términos como derechistas, imperialistas, que con frecuencia se escuchan o se leen.

Pero lo que detrás de todo ello ocultan es que el siglo XX estuvo marcado por profundas confrontaciones ideológicas y sangrientos episodios bélicos en los que los regímenes comunistas soviético, chino y cubano intervinieron directa o indirectamente contra sociedades democráticas en diversas regiones.

La Urss se erigió como líder de la expansión comunista tras la Segunda Guerra Mundial. Sus intervenciones incluyeron la invasión y ocupación de países como Hungría en 1956, reprimida violentamente tras intentos de democratización; la invasión de Checoslovaquia durante la Primavera de Praga en 1968, con cientos de miles de tropas y tanques sofocando el movimiento democrático; y la ocupación de Afganistán en 1979, estableciendo un régimen comunista tras un golpe de Estado, lo que desató una guerra civil que costó millones de vidas. Además, se documentan persecuciones contra disidentes en la propia Urss, como la represión de escritores, científicos y movimientos de resistencia política interna.​

La hoy pujante República Popular China, bajo la dirección del Partido Comunista, instauró una dictadura de partido único caracterizada por severas restricciones a las libertades individuales y represión sistemática de la disidencia, alejándose de cualquier estándar democrático.

En el ámbito internacional, China apoyó movimientos guerrilleros vinculados a la expansión comunista en Asia y África, promoviendo la exportación de la revolución -como en Corea y Vietnam- y utilizando recursos diplomáticos, ideológicos y hasta militares para socavar gobiernos

Tras la llamada Revolución Cubana, de 1959, Cuba se consolidó como un centro de exportación revolucionaria, promoviendo la injerencia (directa y encubierta) en asuntos de otros países democráticos de América organizó misiones militares, apoyó guerrillas como en Bolivia (allí murió el bandolero argentino-cubano que las dirigía) y estableció redes de inteligencia y asesoría para desestabilizar gobiernos democráticos apelando tanto a combatientes irregulares como a la fuerza militar regular, como fue el caso de Venezuela, a la que pretendió penetrar en 1967 con la llamada invasión de Machurucuto, frustrada gracias a la eficiente labor de las Fuerzas Armadas de la República Civil, en conjunción con la población, que rechazaba la acción guerrillera local. Hasta en el continente africano, el gobierno castro comunista participó en escenarios bélicos, estimándose que hasta medio millón de cubanos (entre militares y civiles) sirvieron en África, y que más de 2.000 murieron en campañas denominadas “internacionalistas”.

Como se observa, la violencia, la subversión y el autoritarismo desplegados por los regímenes comunista soviético, chino y cubano marcaron a fuego a diversas naciones democráticas, en ocasiones silenciando movimientos populares de apertura, y en otras, imponiendo modelos totalitarios mediante invasiones y guerras civiles aunque, en el caso de Venezuela,  años después de la frustrada incursión y devaluada la milicia, regresaran por una aparente vía pacífica para convertirla en una colonia cubana.

Por ello, puede decirse que el legado de estos ataques es central para entender la resistencia de muchas sociedades ante los retos que presenta la consolidación democrática y, en función educativa de los pueblos, hay que difundirlo para que los ciudadanos se comporten como Ulises durante su regreso a Ítaca ante los cantos seductores de las sirenas, las ilusorias ofertas del comunismo y sus adláteres a través de la manipulación ideológica.

 

Carlos Sarmiento Sosa

 

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