Antonio José Monagas: “Se buscan respuestas…”

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Antonio José Monagas: “Se buscan respuestas…”

 

Si bien el intento por buscar respuestas, es una necesidad que se pasea por múltiples situaciones relacionadas con cuanto ámbito de desenvolvimiento de instituciones, personas y organizaciones existe, podría considerarse un dilema ya que se encuentra imbuido en alguna situación problemática que -al atascar la dinámica del contexto que lo envuelve-, espera que su resolución esclarezca la interrogante que genera a lo externo e interno de su esencia.

Tan primordial necesidad incita al ser humano -primeramente- a considerar sus capacidades de desafío ante la situación dilemática que podría experimentar. En segundo lugar, es de notar que toda búsqueda de respuesta, se estructura según la ruta que delegue en él la curiosidad como razón que permite (des) ordenar el pensamiento. Ello, a fin de hallar en su “natural desorden” la senda más expedita que lo lleve a ubicar el contexto en el cual es posible dar con la comprensión del esfuerzo realizado por encontrar la respuesta que satisfaga la curiosidad mientras permanece en ascuas.

Posible resolución

Quizás algo que facilite la ruta por la cual el individuo puede despejar las incógnitas que traban la solución al sistema de tan particulares “inecuaciones” podría estar representado en la confusión de los elementos propios de la cotidianidad. Sin embargo, una posible revelación de resolución se consigue en el escrito del filósofo Martin Heidegger, elaborado en 1927: “Ser y Tiempo”. Ahí Heidegger busca averiguar lo que hay detrás del sentido del ser. Pues al mismo tiempo asegura que en la esencia del ser, reside la conciencia pone al individuo en conexión con la realidad para así dar con las razones que lo justifican.

Según Heidegger, el propósito de llevar hasta sus últimas consecuencias el principio fenomenológico que exalta la necesidad de “volver a las cosas mismas” (tal como él denomina al susodicho principio), puede convertirse en la fórmula epistemológica para situar la categórica “búsqueda de respuestas” en un terreno expedito. Y que, por todos lados, aparece como una inamovible fijación del carácter obsesivo del individuo. Precisamente, ahí podría ubicarse el canal capaz de dar con la respuesta que interroga toda situación problematizada.

El carácter dilemático del problema

“Buscar una respuesta”, es una frase tan manoseada o comúnmente empleada por todo individuo que siempre ha sido causa de confusión de muchos. Aún así, la idea de esta disertación es animar al lector a tomar el camino que mejor pueda conducirlo -como persona necesitada de respuestas- a satisfacer su necesidad. Sobre todo, cuando dicha búsqueda es impulsada por la curiosidad o el deseo humano de comprensión el cual puede ser visto como un derecho humano elemental.

Sin embargo, no hay duda que toda persona busca darle el curso a lo que, su curiosidad, necesidad intelectual, espiritual o emocional, incite. Es a lo que lleva la naturaleza del ser humano en el plano de su movilidad.

Pero el problema se intensifica, cuando no se tiene la respuesta a la mano. Bien, porque la misma no existe, o porque se halla solapada entre cuantas circunstancias confronten al aludido esfuerzo.

Ahí es cuando el problema se torna dilemático o representa un craso dilema. Pues como interrogante-situacional exige una búsqueda que, muchas veces, ocurre entre opciones. Algunas, opuestas por la incompatibilidad que sus condiciones exponen. Razón por la cual el problema insta a elegir entre las alternativas más cercanas a lo que podría ser su dilucidación. Justo, es cuando adquiere la caracterización de “dilema”.

¿Respuestas en política?

No obstante, el problema no termina ahí pues el mismo sucede, y a menudo, en el ejercicio de la política. Buscar una respuesta en el fondo oscuro de la política, se convierte en una controvertida “situación dilemática”. No sólo porque el problema a resolver, es un verdadero dilema cuyos argumentos son frecuentemente manipulados con base en los intereses y necesidades políticas que se tienen como “razones” utilizadas a la defensiva y en la ofensiva. Incluso, en la contraofensiva. Siempre con la disfrazada asistencia de algún razonamiento planteado entre proposiciones contrarias que finalmente, constituyen un nuevo problema. Es el que lleva a que entre dos proposiciones, debe seleccionarse una sola.

Acá, la situación dilemática continúa su impúdica ruta pues en política “buscar una respuesta”, es casi como apostar a seguir trancando la situación con el pretexto de la elección difícil a ser tomada. Muchas veces, el dilema creado se emplea como trampa para enredar o fraguar complicaciones que parecieran verse “superaradas” con recursos propios de la extorsión, la intimidación, la persecución, acusaciones al vacío, el confinamiento, la detención arbitraria, la condena injusta. Y hasta la aniquilación (en casos extremos).

Cualquier situación que tienda a incomodar políticamente al adversario, es un problema aparte, pero de orden mayúsculo. Sobre todo, cuando la realidad en la que pudiera buscarse y hallarse la respuesta en cuestión, esté oculta, solapada o encubierta. Y tal situación, constituye pura intimidación, la cual con la ayuda de la fuerza política exhibida con la suficiencia necesaria, resulta en mayores conflictos con el poder dominante.

A manera de epílogo

“Buscar respuestas” en medio de algún conflicto político, es realmente una situación cuya probabilidad de resolución, luce casi siempre impredecible dado las múltiples variables que enrarecen las realidades que suscriben la situación.

De manera que en el fragor de situaciones tan críticas como las que acontecen en sistemas políticos enrarecidos, al tratar de buscar respuestas, las dificultades son parte de excusas que, generalmente, aparecen como barreras a dilucidar las incógnitas que comprometen toda situación dilemática.

Por tanto, lo que pudiera facilitar cualquier obstrucción que rebase el fuero de la política en su más exacta comprensión, es franquear el dilema de múltiples proporciones expuesto. Además, casi no hay espacio para hacer que se entienda la obvia necesidad de que, lejos de complicar su desenvolvimiento, la política es lugar propio donde bien se sitúa el plano en el cual todo conflicto debe motivar a considerarlo como el ámbito apropiado en el que se encuentren la respuesta necesaria a cada problema.

Es así como la dignificación de la política, motivaría la creación de una conciencia necesaria para que, en medio de toda insidia o embrollo, se abran los espacios institucionales creados con dichos propósitos. Desde ellos, se haría hábito político solucionar, o darle respuesta a todo embate que amenace el respeto a los valores morales sobre los cuales se cimienta la política toda vez que, su praxis, es la más explícita para despejar cualquier incógnita que trabe el desarrollo político de naciones, organizaciones y realidades.

En fin, en toda interrogante política, sus procesos tenderán a justificarse y validarse, cuando a lo interno de su sistemática, se proceda a dar con las respuestas pertinentes. O porque se torne usual realizar ejercicios de investigación en que “se buscan respuestas…

 

Antonio José Monagas

 

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