Antonio José Monagas: La universidad hundida en la fatiga de la autonomía 

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Antonio José Monagas: La universidad hundida en la fatiga de la autonomía 

Cualquier análisis que intente recorrer tan crítico y reflexivo tema, sobrevenido en una situación-problema de delicada consideración, plantea una seria dicotomía entre principios de libertad académica y el acato sin mayores titubeos al poder político.

O sea, dicha dicotomía configura el terreno en el cual descansa toda excusa que tienda a abatir la libertad académica radicada en medio de un libre juego de acusaciones que irrumpen la ecuanimidad que -teóricamente- pauta la autonomía universitaria en su concepto y praxis.

Idea a disertar

Cualquier atropello al significado de autonomía universitaria, viola el ideario deontológico que cimienta el terreno que contiene el espigón que fija la asta de la bandera que honra la autonomía académica. Habida cuenta que la misma exalta el espacio que compagina la pluralidad de opiniones críticas que, en su desglose constructivo, destaca el sentido académico y valores de respeto y moralidad. Más aún, cuando los mismos articulan capacidades y potencialidades dirigidas a propiciar los cambios que apuntalan el desarrollo integral del país.

De ahí que al considerar el problema que representa la universidad -actualmente- hundida en la fatiga de la autonomía, se ve afectado el concepto de universidad democrática y renovada. Pues como institución de educación superior, se distingue entre establecimientos educativos que configuran tan decidido conjunto de comunidades de intereses y valores trascendentales. Sin duda, es la idea que invita a disertar sobre  la desafortunada situación aludida al inicio.

No podría negarse que la promesa de la autonomía universitaria, ha venido perdiendo su importancia histórica. Sobre todo, al entender y atender que su valía se fundamenta en el pilar que constituye la libertad académica y la crítica social como razones del paradigma sustentable al cual la autonomía ha buscado plegarse a sus más hondas interpretaciones.

Puntal de la libertad académica

Una introducción al contexto actual, sobre el cual la universidad moviliza sus esfuerzos, recursos y capacidades, revela un cierto desapego a lo que ilustra la vigente Ley de Universidades (1970) cuando, entre las funciones rectoras de la universidad, enfatiza “(…) formar los equipos profesionales y técnicos que necesita la Nación para su desarrollo y progreso “. (Del Artículo 3°). Asimismo, indica que “la enseñanza universitaria se inspirará en un definido espíritu de democracia, de justicia social y de solidaridad humana (…)” (Del Artículo 4°).

De igual manera, dicho problema ocurre ante lo que la Constitución Nacional actual describe. Específicamente, es cuando reza (1) que “el Estado reconocerá la autonomía universitaria como principio y jerarquía (…)” (2) Que “(…) las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y administración (…)”. Y también, es cuando puntualiza (3) que “(…) la autonomía universitaria se consagra para planificar, organizar, elaborar y actualizar programas de investigación, docencia y extensión (…)” (Del Artículo 109).

Contrariedades a la vista 

Ahora, la realidad actual pareciera estarse moviendo de lugar. Hacia falseados bastiones agrupados alrededor de razones que en nada se compaginan con la soberanía académica, la autonomía funcional, la defensa de los derechos humanos y la tarea de buscar la verdad.

De igual modo, la crítica constructiva que sirvió de resguardo a la educación, cultura y a la ciencia que recalcan el abolengo de una autonomía que se corresponde con el respeto a la academia, tanto como con la evolución y valores que afianzan su desarrollo institucional, provocó el extravío del norte que, tiempo atrás, como punto cardinal había guiado y animado los pasos de la autonomía universitaria.

Hoy, existen miembros de esa tan particular sociedad como en efecto es la universidad autónoma, la cual al reunir profesores y estudiantes no sólo ganados al propósito de vencer las sombras que oscurecen los senderos del saber y conocimiento. Igualmente hay otros que parecen haber cambiado su discurso.

Problemas de factura ideológica

Dicho esto con otras palabras, la universidad pareciera haberse contagiado del resquebrajamiento de valores éticos, activa displicencia y de cierta incredulidad ante lo que representa el ímpetu de un potencial académico listo para elevarse hacia estratos de pluralidad cognoscitiva. No obstante, esta consideración no impugna en nada la situación que se origina en el derecho ganado por la pluralidad humana. Particularmente, cuando la noción de “política” exalta la posibilidad de ser diferente en cuanto a construir opinión y acción política.  Por cuanto esa es la esencia de “universidad”.

Sin embargo, estos problemas han contribuido a realidades enteras a enfermarse de una extraña virosis emocional que ha devenido en una profunda rivalidad cuyo curso de actividad se ha tornado profundamente conflictivo. Tan lamentable situación, ha llevado a incrementar el individualismo, la fragmentación de intereses y prácticas corruptas que dominan la vida social, económica y política. Incluso, esto ha estado ocurriendo con una fuerza de alcance, que choca realidades completas. Peor aún, a la universidad hiriéndola de gravedad. Es así como el titular de esta disertación, refiere: la universidad hundida en la fatiga de la autonomía.Pues en ello se vino ahondando el problema que busca analizarse.

En el plano universitario, se ha observado que si no es una acción embadurnada de un silencio ante abusos o la coerción hacia profesores y estudiantes, personal administrativo profesional u obrero, con responsabilidades de dirección, administración o coordinación directa o indirecta lo que ha corrompido o degradando la academia universitaria, podría inferirse que eso es producto  del afán de lucro, simpleza mental o figuración. Y es lo que puede arrastrar la universidad autónoma  hacia un posible estado de infortunio impasible o desgracia cualitativa.

En síntesis, es posible deducir que dicho estado de crisis pone al descubierto un cambio de discurso, una vuelta invertida hacia alguna situación de oscurana académica. O sencillamente, un cambio de actitud que afecta a la comunidad académica, pérdida de credibilidad, deterioro de la calidad académica, tosquedad o mera ignorancia política. Quizás, pueda hablarse de una aguda desmotivación de profesores, estudiantes y personal administrativo, lo cual incita la incidencia de un autoritarismo grosero aunque algo solapado.

Primeras inferencias 

Hace algunos años, ya lo confesaba Carmen García Guadilla, en su momento directora del CENDES-UCV. Afirmaba que “la universidad está quedando rezagada frente a las necesidades que surgen de las nuevas maneras de producir y distribuir el conocimiento” No obstante, la situación empeoró a medida que la dinámica social, política y económica acrecentó la velocidad y aceleración de crudos aporreos a la dignidad de algunos cuantos. En consecuencia, muchos se hundieron en tantas mañas que, su decencia se degradó conduciendo la moral y la ética hacia  una búsqueda desenfrenada de satisfacciones materiales.

Quizás en la mitad de tan convulsa situación, es posible que haya quienes puedan calificar la actitud de gente que se ha atrevido a asumir posturas que agredan la libertad académica y la autonomía universitaria. Vale definir tal comportamiento como una solemne traición a valores antes defendidos o reivindicados. Aunque haya razones en esas mismas personas que puedan justificar en el miedo, conveniencia, presión política o en la búsqueda de beneficios personales.

Sin embargo, todo ello, compromete serias consecuencias. El daño académico que causa la sumisión de universitarios, es lo primero que se hace ver. Se refuerza el autoritarismo engendrado a lo interno de la universidad. Se socava la posibilidad del cambio social que argumenta el discurso de la libertad académica, el cual es razón propia en lo que implica la misión de la universidad. Sobre todo, entendido desde el enfoque de su función rectora en la educación, la cultura y el desarrollo.

A manera de epílogo

En el marco de tan duro señalamiento en esta disertación expuesta, cabe no olvidar que está prohibido no dejar que por alguna arista del accionar académico logre escaparse la esperanza que acicala la firmeza del papel de la universidad como espacio de libertad y transformación social.

Al mismo tiempo, vale la necesidad de instar a que el universitario recupere su voz, su clamor y su expectativa frente  abusos que terminan desvirtuando  razones que avivan la autonomía universitaria. Al fin de todo las mismas son razones que contemplan los principios que rodean el establecimiento de toda universidad que se precie de su potencial. Pues es faro de la crítica, los derechos y las libertades.

Además debe tenerse claro que la autonomía no es un privilegio, sino una actitud académica cuyo ejercicio fortalece la construcción de la sociedad. Que la universidad nunca se ha rendido ante el poder. Por mucho que sea tentada. Pues su “razon de ser”, es contraria a toda intención de indignidad ciudadana. Aunque por ratos pueda verse a la universidad hundida en la fatiga de la autonomía.

 

Antonio José Monagas

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