Tal parece que Nicolás Maduro sigue sin entender que el problema de la agricultura en el país no es otro que las amarras que su propio gobierno le ha puesto a los trabajadores y a los empresarios del campo. Es eso o más bien que insiste en darle entrada a los iraníes disfrazándolos de inversionistas a los que les entregará 1 millón de hectáreas cultivables.
No se sabe en qué parte de Venezuela están ubicados los terrenos con los que Maduro favorece a los iraníes, pero la noticia la dio muy contento el viceministro de Interior para Asuntos Económicos, Mohsen Kousheshtabar, a un periódico de su país y se aseguró de explicar que esto se debe a la fama que han obtenido internacionalmente los adelantos agroindustriales de Irán.
1 millón de hectáreas corresponde a aproximadamente 90% del territorio del estado Táchira, y los venezolanos deben preguntarse ¿con qué permiso Maduro entrega de esa manera los terrenos cultivables a extranjeros, como si se tratara de su propiedad? Antes, cuando funcionaban las instituciones y en Venezuela había democracia, este tipo de acuerdos debía ser minuciosamente revisado por el Congreso y sus expertos para aprobarlo.
Resulta que ahora habrá una zona en el país que “pertenecerá” a los iraníes y con la que pueden hacer lo que les dé la gana, pues ni siquiera se han tomado el trabajo de informar sobre los planes. Es verdad, si se hace una simple búsqueda en Internet se puede encontrar que Irán en un importante productor de trigo, pero ese cultivo no se da aquí a gran escala; tampoco puede creerse que todo el millón de hectáreas sean aptas para sembrar arroz, que es otro de los rubros en los que destacan. Irán es el segundo productor mundial de pepino, después de China, pero ¿para qué queremos tanto?
Nada de esto justifica la cesión de un área tan grande. Tampoco la poca transparencia acerca de los “inversionistas” ni en qué consiste el acuerdo. ¿Qué sacará Venezuela de este pacto? ¿Pagarán por el derecho de cultivar la tierra? Es por estas razones por las que muchos piensan que los iraníes vienen a hacer cualquier otra cosa, menos a sembrar cebollas.
En Venezuela hay un importante grupo de empresarios agropecuarios dispuestos a poner a producir al máximo de su capacidad las tierras, pero no hay incentivos ni mucho menos seguridad como para que expandan sus inversiones. Y estos agricultores venezolanos generarían empleo para los propios lugareños, los que tienen años arando los terrenos, los que conocen el clima y los cultivos que mejor se dan en cada época del año. Esto es lo que desprecia Maduro y ha despreciado siempre el gobierno chavista, que durante 20 años ha hecho de todo para acabar con el sector, porque se benefician con la corrupción de traer todo del exterior.
Ahora habrá que prepararse para la llegada masiva de iraníes, que vendrán con su tecnología, sus semillas y sus cultivos, además de su mano de obra, a ocupar un vasto terreno del país, si es verdad que vienen a eso. Porque es posible que sea una fachada más para esconder los verdaderos motivos por los cuales se disfrazan de agricultores.
Editorial de El Nacional