Washington ve con recelo a embajador de Venezuela

Washington ve con recelo a embajador de Venezuela

Maximilien Sánchez Arveaiz no ha sido reconocido oficialmente como embajador

 

 

Estados Unidos considera la relación con Venezuela “extremadamente frustrante”

 

 

Ex embajador de EEUU dice que chavismo está empeñado en “conflicto perpetuo”

 

Maximilien Sánchez Arveláiz no se ve ni suena como un estratega socialista endurecido, enfrentado al gobierno de Estados Unidos.

 

 

En vez de un uniforme militar constelado de medallas, el joven diplomático venezolano usa trajes de marca y espejuelos antiguos. Su conversación no está salpicada de ataques vitriólicos al imperialismo yanqui, sino de referencias a la cultura popular y la televisión estadounidense.

 

 

Pero Sánchez Arveláiz, de 43 años, está en el mismo centro de una de las relaciones más acerbas en el Hemisferio Occidental. Durante el último año y medio, Sánchez Arveláiz ha estado trabajando entre bambalinas para tratar de restablecer relaciones funcionales con funcionarios de EEUU.

 

No ha sido fácil.

 

 

“Es como cuando estás en el avión, y cada cinco minutos tienes que volverte a abrochar el cinturón de seguridad debido a las turbulencias de los dos países”, dijo Sánchez Arveláiz durante una entrevista en la embajada de Venezuela.

 

 

Estados Unidos y Venezuela no han tenido plenas relaciones diplomáticas desde el 2010, cuando Venezuela se negó a admitir al recién nombrado embajador estadounidense. Estados Unidos siguió su ejemplo y expulsó al representante de Venezuela en Washington.

 

 

Cinco años más tarde, inspirado por el súbito progreso de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, el presidente venezolano Nicolás Maduro envió a Sánchez Arveláiz – como su embajador designado – a Washington para establecer nuevos canales de comunicación.

 

 

Aunque Sánchez Arveláiz ha hecho adelantos con funcionarios de EEUU, ambas partes permanecen muy apartadas. La administración de Obama se ha mostrado renuente a dar a Sánchez Arveláiz la admisión formal que le permitiría convertirse en embajador oficial.

 

 

“Podemos decir sin temor a equivocarnos que lidiar con Venezuela ha sido extremadamente frustrante para nosotros”, dijo un alto funcionario de la administración que habló sólo con la condición de conservar el anonimato, pues no está autorizado a hablar públicamente.

 

 

Es comprensible que Estados Unidos quiera una relación más productiva con Venezuela. Eso permitiría una mayor cooperación en asuntos importantes tales como energía, comercio, narcotráfico y derechos humanos. Un embajador de EEUU en Venezuela estaría allí para defender los intereses de EEUU.

 

 

Conflicto perpetuo

 

 

Desde que Hugo Chávez asumiera la presidencia en 1999, las relaciones entre ambos países han estado definidas en gran medida por sus diferencias con respecto a Cuba, a los derechos humanos y a la presencia de EEUU en América Latina. Es famoso que Chávez describió al entonces presidente George W. Bush como el “diablo” en un discurso hecho ante la Organización de Naciones Unidas en el 2006. Luego, él llamó al presidente Obama “payaso”. Maduro pasó a ser presidente a la muerte de Chávez en el 2013.

 

 

Patrick Duddy, el último embajador acreditado de EEUU en Venezuela, dijo que tal vez el gobierno venezolano querría asegurar a la comunidad global que es serio en cuanto a su participación en la economía global. Pero él dudaba mucho que quisiera tener relaciones significativas con Estados Unidos.

 

 

El gobierno de EEUU ha hecho varios intentos de restablecer una relación funcional con Venezuela. Pero, afirmó él, cada vez que el progreso parecía inminente, algo trababa las conversaciones.

 

 

“En los últimos 10 años, el antiamericanismo ha sido un principio central en la narrativa chavista”, dijo Duddy, quien prestó servicio en Caracas del 2007 al 2010. “Ellos no han abandonado la idea de que parte de su diálogo con la base gira alrededor del conflicto perpetuo, la lucha eterna, con el coloso del norte. Un embajador presente que dice que EEUU está interesado en una relación bilateral funcional no tiene cabida en semejante narrativa”.

 

 

Sánchez Arveláiz es una especie de niño prodigio en Venezuela. El diplomático, nacido en Francia, conoció a Chávez por primera vez cuando estudiaba en Londres. Ellos se encontraron de nuevo en Francia, donde Sánchez Arveláiz celebraba un seminario sobre la revolución venezolana.

 

 

Impresionado por el joven académico, Chávez invitó a Sánchez Arveláiz a que se le uniera en Venezuela.

 

 

Lo mismo que en la de su difunto jefe, en la carrera de Sánchez Arveláiz no ha faltado su toque de controversia. El ha sido acusado de dirigir a revolucionarios en Francia. Como embajador en Brasil, él estuvo días enteros en los titulares de la prensa paraguaya, acusado de la expulsión parlamentaria del presidente paraguayo. La salida de Fernando Lugo de la presidencia llevó a la suspensión de la membresía de Paraguay en Mercosur, un bloque comercial que en ese entonces incluía a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Venezuela es ahora miembro pleno del grupo.

 

 

“Eso es parte del mito y la leyenda”, dijo Sánchez Arveláiz. “Ellos querían presentar a Chávez como una especie de manipulador. Pero eso era una locura. Y yo recuerdo, sí, fue difícil. Por algunas semanas, fue difícil. Ellos me presentaron como una especie de eminencia gris en esa conspiración y ese golpe de estado… ojalá”.

 

 

Sánchez Arveláiz dijo que su labor en Estados Unidos ha sido explicar a la Casa Blanca, el Congreso o cualquiera que quiera escucharlo lo que ha estado sucediendo en Venezuela durante los últimos 15 años.

 

 

El describió la llamada “Revolución Bolivariana” de Chávez como un proceso de inclusión social. En su descripción, los cambios introducidos por Chávez empoderaron a gran parte del pueblo venezolano que había sido mantenida antes excluida de claves aspectos sociales y políticos de su país.

 

 

En cuanto a la inflamada retórica, Sánchez Arveláiz defendió a sus jefes. El dijo que gran parte de la misma había respondido a los esfuerzos de Chávez de socavar los gobiernos de Chávez y Maduro.

 

 

Preocupaciones de EEUU

 

 

No es que no haya habido movimiento para aliviar la tensión. Estados Unidos ha designado a Thomas Shannon, ex subsecretario de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental y ex embajador a Brasil, como mediador entre Caracas y Washington. Obama sostuvo un breve encuentro con Maduro la primavera pasada durante la Cumbre de las Américas.

 

 

Pero también hubo oposición a un acercamiento. Roger Noriega, quien fuera designado embajador de EEUU a la Organización de Estados Americanos por Bush y sirviera asimismo de subsecretario de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental, advirtió que funcionarios de EEUU no deberían involucrarse con el gobierno socialista.

 

 

El dijo que enviar un embajador a Venezuela o acreditar un embajador aquí cuando la administración de Maduro parecía estar bloqueando a miembros electos democráticamente a la Asamblea Nacional de asumir sus escaños daría una señal equivocada de que la administración de Obama tenía una opinión neutral del “asalto de Maduro a la democracia”.

 

 

“Estamos lidiando con un gobierno terriblemente impopular y, por añadidura, diría yo, ilegítimo”, dijo Noriega, quien es investigador invitado del American Enterprise Institute, centro conservador de investigaciones. “¿Por qué no puede Estados Unidos encontrar un modo de estar en el lado correcto, no sólo de la historia, sino con respecto a sus propios valores y a la mayoría de los venezolanos?”

 

 

Funcionarios de EEUU afirman que hay mucho trabajo por hacer antes de que se consiga llegar a una agenda bilateral sobre la cual ambos países puedan ponerse de acuerdo.

 

 

A ellos no les importan los ataques vitriólicos – “Somos adultos”, dijo el alto funcionario de la administración – pero sí les preocupa la detención de los prisioneros políticos, el mal manejo de la economía, la evidencia de que funcionarios del gobierno están involucrados en el narcotráfico, la expulsión de diplomáticos estadounidenses de la Embajada de EEUU y la renuencia de la administración de Maduro a colaborar con la Asamblea Nacional ahora dominada por una oposición elegida democráticamente.

 

 

“¿Para quién están ellos listos?”, dijo un funcionario. “Se necesitan dos para bailar un tango”.

 

 

 

El Nuevo Herald

Franco Ordóñez:

@francoordonez

 

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