A pesar de la jornada de ganancias que tuvo el viernes, Wall Street cerró la semana con el retroceso semanal más pronunciado desde hace dos años, en una caída que se arrastra desde el viernes pasado y que impactó con fuerza desde entonces.
El Dow Jones de Industriales, el principal indicador, acabó el viernes con un avance del 1,38%, hasta los 24,190,90 puntos, con un descenso semanal del 5,2%. También cayó esta semana un 5,2% el selectivo S&P 500, que terminó hoy con 2.619,55 puntos.
Los dos indicadores no habían tenido una caída semanal tan pronunciada desde enero de 2016.
Por su parte, el índice compuesto del mercado Nasdaq, terminó con un avance del 1,44%, hasta 6.874,49 unidades, con un descenso acumulado en la semana del 5,1 .
El avance del viernes permitió al Dow Jones salir del nivel técnico de corrección, que comienza cuando el indicador pierde el 10% o más desde su más reciente marca histórica, en este caso la del 26 de enero.
Con su dato del viernes, el Dow acumuló una pérdida del 9,11% respecto a ese récord.
La sesión se registró en medio de una gran volatilidad, mayor que la de la sesión del jueves, cuando el mercado tuvo una fuerte caída, del 4,15% en el caso del Dow Jones.
La evolución de las operaciones fue muy irregular, con un avance al comienzo, una caída pronunciada a la mitad y un repunte final que le permitió al mercado cierta recuperación desde las caídas de los últimos días.
Durante las operaciones, los vaivenes fueron tan fuertes que el Dow Jones operó dentro de un rango de 1.022 puntos. En su momento peor, ese indicador llegó a derrumbarse más de 500 puntos, o un 2,1%.
La nueva etapa de la caída bursátil que acumula estos días Wall Street comenzó a registrarse el viernes 2 de febrero, después de haber cerrado uno de los mejores meses de enero que se recuerde en los últimos años, con once récords en el Dow Jones de Industriales.
El principal elemento que ha generado estas caídas está ligado al aumento en la rentabilidad de los bonos del Tesoro a diez años, que al cierre de Wall Street se encontraba en el 2,853%, en niveles que no se ven desde hace cuatro años.
Ese aumento hace al mercado de deuda más atractivo que el bursátil, y sin los riesgos que genera la bolsa.
La tasa de interés del bono del Tesoro a 10 años se usa como referente para establecer los costos de endeudamiento de las empresas, las hipotecas y los préstamos de los gobiernos estatales y locales.
Estos temores en cuanto a la inflación están ligados a la creencia de que la Reserva Federal (Fed) pueda aplicar aumentos en las tasas de interés a un ritmo más acelerado de lo anunciado inicialmente.
Pero representantes de la Fed no han dado señales de que ello vaya a suceder, y el banco central se mantiene con la idea de aplicar los tres incrementos graduales que tiene programados a lo largo del año.
En un informe semanal a sus clientes, la firma de inversiones Merrill Lynch considera que no hay señales de pánico, a pesar de estos “violentos movimientos bursátiles” de esta semana, y en todo caso la Fed “no sale a responder a cambios de corto plazo”.
“A pesar de que el mercado bursátil de Estados Unidos ha estado cayendo, se mantienen en un nivel robusto los datos de la economía”, insiste el informe.
La caída del jueves y el descenso en la primera parte de la sesión de hoy en Wall Street arrastró a otros mercados internacionales, y el repunte final no llegó a tiempo para que se contagiara más allá.
EFE