El conjunto venezolano realizó su primera sesión de entrenamientos en la cancha de Defensor Sporting
Venezuela era un país en el que hasta hace poco viajar resultaba algo cotidiano. Para el ciudadano común, esto ya no es así. La selección nacional es afortunada. Aún puede desplazarse por Suramérica. Eso sí, lo hace con sus sacrificios. No es un viaje de turismo, van a buscar la victoria que se extravió en la eliminatoria suramericana.
Su llegada a Montevideo transcurrió entre la alegría sigilosa del reencuentro de un grupo de panas que aman el fútbol, y la tranquilidad de monje tibetano con la que asumen su traslado a suelo charrúa.
Para los viajeros, la travesía comenzó temprano. No hubo el escándalo habitual del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar. El despacho, esta vez, fue por la Rampa 4, esa asignada a los personajes importantes. Ahí esperaba la comitiva al cuadro nacional, que tuvo un leve retraso.
Pasadas las 7:00 pm, llegó el grupo que se entrenaba en Caracas, ya cenados y con sus maletas en mano. Salomón Rondón y Oswaldo Vizcarrondo encabezaban al cónclave, que se reunió una hora después con los 15 legionarios que faltaban. Los uniformes de paseo de la selección esperaban a los recién llegados, en una sala del terminal aéreo, ordenados por nombre y apellido.
La Vinotinto tenía estipulado descansar durante sus primeras horas en Montevideo, antes de realizar una sesión de entrenamientos en la cancha de Defensor Sporting al finalizar la tarde. En esta sesión, Dudamel determinaría su once probable para mañana, entendiendo que aún esperaba observar el estado de forma de sus legionarios europeos.
Fuente: elnacional
