Nicolás Maduro recibió a Maelo Ruiz en el Palacio de Miraflores
1Si alguien quisiera hoy explicar al mundo lo que es el realismo mágico, bien podría inspirarse en el espectáculo circense que se empeñan en ofrecer desde Miraflores, donde pareciera que no se enteran ―¿o se hacen los locos?― de lo que sucede en el resto del mundo o, peor aún, de lo que ocurre en Venezuela.
El país sigue teniendo la peor inflación, el aparato productivo nacional está casi paralizado, la crisis humanitaria compleja se traduce en miles de niños desnutridos, los hospitales están desabastecidos, los servicios básicos como la luz y el agua brillan por su ausencia, la guerrilla se ha hecho dueña de las fronteras; pero Nicolás Maduro no tiene otro tema más importante que anunciar que la organización del Festival Mundial de la Salsa. ¡Babalú ayé!
El lunes recibió en el palacio presidencial al salsero Maelo Ruiz, junto con Omar Enrique y Omar Acedo, como si fuera una visita de Estado para tratar el tema de los pacientes que mueren en el Hospital J. M. de los Ríos por falta de un trasplante. ¿Está Venezuela en condiciones de ser la promotora de un evento de esta naturaleza?
“El Festival Mundial de la Salsa, no te llevo nada”, dijo. Pero con eso se lleva él la vida de muchos que podrían beneficiarse con el dinero que está invirtiendo su gobierno en organizar una fiesta de semejante calibre en el Poliedro. Las prioridades de Maduro están más que claras, no hay manera de que alguien tenga la menor duda de que los venezolanos y sus sufrimientos le importan un comino.
Y si él se comporta de esta manera, ¿qué se espera de los colectivos, si son directamente financiados desde Miraflores? Ahora resulta que el grupo Zapata de Catia, junto con La Piedrita, sintieron la “necesidad” de expresar públicamente su apoyo a Rusia. Sí, leyó bien, a la nación que ha generado un rechazo mundial por el genocidio que comete en Ucrania. Este es el segundo numerito del circo. Pintaron un mural y pusieron a ondear las banderas de Rusia y Venezuela en una cancha para “agradecer” la solidaridad de Putin. ¿Cómo se justifica ser partidario de un presidente que ordena la masacre de inocentes por la simple sed de poder? Si ese respaldo se ha hecho público desde Miraflores, ¿por qué los integrantes de los colectivos harían otra cosa? Al fin y al cabo, del gobierno de Maduro (y antes de Chávez) dependen estos grupúsculos delincuenciales.
Y por si fuera poco lo anterior, no podemos obviar que ese mal ejemplo del gobierno ha llevado a una crisis moral en la que a muchos no les importa gastarse entre 60 y 500 dólares para disfrutar de un concierto, mientras muchos hacen malabares para comer.
Son esas paradojas las que confunden a quienes no viven en Venezuela y piensan que ya se superó la crisis, mas deben ver el bosque. Estamos entre los peores indicadores económicos del mundo. Somos un país infeliz. Pero que haya gente sacando provecho de la situación, que sea un enchufado o se esté enriqueciendo gracias a la economía de bodegones, no es sinónimo de bonanza.
¿Cuántos niños no han perdido su sesión de quimioterapia por no tener su familia esos 500 dólares que van a gastar algunas personas para asistir a un show? ¿Cuántos kilos de proteína pueden comprarse para darles aunque sea un almuerzo digno a los desnutridos? Son cifras que hacen reflexionar.
Por eso es que decimos que lo que hay aquí es puro realismo mágico o los esperpentos de un circo que no tiene pan.