Paquetazo Habilitante mantiene en ascuas a empresas y ciudadanos. En solo 15 años los hijos de Bolívar pasaron de ser “el bravo pueblo que el yugo lanzó” a una masa inerte que acepta un contrabando de leyes
Entender lo que pasa en la mente de los venezolanos no es tarea fácil. Haría falta meterse un puñal de obras completas de Freud, Nietsche y Maquiavelo, además de ver unas 200 veces la película “Inception” (El Orígen) de Christopher Nolan, para asimilar cómo en solo 15 años los hijos de Bolívar pasaron de ser “el bravo pueblo que el yugo lanzó” a una masa inerte que acepta con pasmoso entreguismo, un contrabando de 56 leyes de las cuales aún no conoce más que su nombre y algunas generalidades.
Ni el propio Nicolás Maquiavelo podría estar más orgulloso de su tocayo tropical ante semejante hazaña de colar por el umbral de caducidad de la habilitante, una ristra de normativas que inexplicablemente buscan combatir a la corrupción y la “guerra económica” rascando los bolsillos ya rotos de los venezolanos.
En este pavoroso contexto la Gaceta Oficial se ha convertido en una especie de novela de suspenso por entrega donde semana a semana se develan nuevos deberes y sanciones vigentes desde el pasado 19 de noviembre, pero que todo el mundo desconoce.
Obligaciones tributarias, prohibiciones y requisitos encarnan las pesadillas de personas naturales y jurídicas que apenas subsisten lejos de la protección oficialista, mientras se preguntan con perplejidad cómo cada vez son más los “camaradas” cuyas cuentas bancarias y circunferencia abdominal crecen a la par de la desesperación colectiva.
Venezuela es un país donde la palabra economía y todo lo que la rodea se ha transformado una obscenidad, tal vez por eso ahora los indicadores se ocultan con vergüenza y se tilda de procaz o instigador a quien ose evocarlos en función de retratar la situación financiera de la nación.
Presagios
Los economistas presagian una era de oscurantismo financiero donde una de las sorpresas en la aún desconocida modificación a la ley que rige el Banco Central de Venezuela, podría ser la eliminación de la obligatoriedad de publicar nimiedades como las cifras de inflación, desempleo, producto interno bruto y deuda. De concretarse este temor, equivaldría a viajar vendados en autobús sin freno con el conductor borracho.
Cada vez son más las cosas que no sabemos. ¿Dónde se consigue tal o cual producto?, ¿cómo irán a comer los hijos?, ¿cuánto costarán los repuestos del carro?, ¿de que vamos a vivir si cierra la empresa?, ¿regresaré vivo a casa esta noche?, ¿cómo hace aquel para andar en un camionetón así?, ¿Por qué los restaurantes viven a reventar si todo el mundo anda pelando?
Lo único que sí sabemos es que las cosas tienen que cambiar, pero este cambio comienza por quitarse la venda de los ojos y exigir transparencia y responsabilidad en el manejo del Estado, ya que “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”.
56 leyes aprobó Maduro en el marco de la Habilitante.
Por Luis Pérez
LA VERDAD