La pandemia sigue causando estragos a los migrantes. Miles de ellos, especialmente haitianos, pero también cubanos, venezolanos y extracontinentales, se han visto forzados a cruzar la peligrosa jungla del Darién para llegar hacia Panamá.
Durante junio de 2021, cerca de 11.000 migrantes fueron registrados por Panamá tras llegar desde Colombia atravesando esta peligrosa zona, donde arriesgan su vida sorteando montañas, precipicios, barros, caídas continuas o súbitas crecidas de ríos.
A todos los peligros de entrar en esta región también se le suma la presencia de grupos criminales que asaltan y violan a las personas.
Ante esta situación, en mayo de este año, la organización Médicos Sin Fronteras inició actividades en mayo en Bajo Chiquito, la primera población panameña a la que llegan los migrantes tras cruzar el Darién.
También, iniciaron operaciones en las cercanas Estaciones de Recepción Migratoria (ERM) organizadas por Panamá en San Vicente y Lajas Blancas.
El trabajo de MSF
Hasta ahora, el equipo de Médicos Sin Fronteras en estas zonas cuenta con 15 trabajadores entre personal médico y de enfermería, de psicología y logistas.
El trabajo de estas personas ha posibilitado hacer frente al número de consultas médicas demandadas y que en el mes de julio sobrepasó las 6.000 consultas.