Las colas a las afueras de comercios representan potenciales compradores para los comerciantes informales.
Aníbal Millán aprovecha las colas para vender chupi-chupis. «De lo malo hay cosas de provecho». Con el producto de su venta aporta para mantener a sus hijos.
Millán vendía sus productos en la parte posterior del centro comercial AB, punto en el cual se enfilan los compradores para adquirir los «productos regulados» en el supermercado Unicasa.
Pero también recorre con su cava otras zonas donde se aglomera la gente por los artículos básico.
Griselis Romero, vendedora de pastelitos y tequeños, instaló su puesto desde las 5:00 a.m., a esa hora ya habían compradores haciendo cola para hacer su compra en Unicasa.
Agregó que desde que las colas empezaron a volverse una costumbre vio en ellas un punto atractivo para rebuscarse con la venta de alimentos.
La cola empezó a formarse desde las 4:00 a.m., cuatro horas antes que abriera la venta y por lo tanto muchos madrugaron sin saber qué productos había.
Los productos vendidos la mañana de ayer en este punto fueron harina de maíz, margarina, mayonesa, azúcar, cloro, detergente y pañales, este último artículo se vendía mostrando el número de cédula.
Rossianys Requena criticó la falta de seguridad en las colas, lo que da lugar a que los «vivos» se coleen.
En el Central Madeirense vendieron pañales, harina de maíz y margarina. José García se unió a la cola a las 7:00 a.m. y cinco horas después aún tenía por delante a una centena de personas.
César Noriega Ramos
Sol de Margarita