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Una sesión muy especial

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Una sesión muy especial

 

Lo dicho: si Maduro compra un circo… de inmediato le crecen los enanos. En efecto, si revisamos los últimos viajes del señor Nicolás al exterior nos quedamos de una sola pieza porque no logramos, por mucho empeño que pusimos en la tarea, ubicar algo parecido a un triunfo diplomático. Lo que Venezuela ha conseguido no va más allá de la inevitable solidaridad de los camaradas del Alba, que es como el apoyo íntimo de la familia. Pero dejemos a un lado el tema familiar porque no queremos meternos en camisa de once varas ni en panelas de varios kilos.

 

 

Lo cierto es que, como tituló la agencia Efe, en la sesión especial para recibir a Maduro en la sede de la ONU en Ginebra solo hubo “un diálogo de sordos”. El texto de Efe recordaba que apenas una semana atrás la misión venezolana “había solicitado al Consejo de Derechos Humanos que organizara una sesión especial para recibir al presidente de Venezuela”.

 

 

Desde luego que se le concedió el favor pedido “como un acto de cortesía”, como lo expresó al abrir la sesión el representante alemán Joachim Rücker, presidente del Consejo. Sin embargo, y para despejar las dudas, Rücker no perdió la oportunidad de señalarle a Maduro los deberes que implica ser miembro de la entidad, especialmente en lo relativo a colaborar con los sistemas de control existentes. “La última vez que un procedimiento especial (relatores especiales o grupos de expertos) visitó Venezuela fue en 1996”, enfatizó Rücker.

 

 

Según informó Efe, Venezuela ha rechazado las visitas solicitadas para “investigar distintas violaciones de los derechos humanos en el país, entre ellas libertad de expresión, ejecuciones extrajudiciales, defensores de derechos humanos, libertad de asociación, violencia contra la mujer, el relator sobre la tortura, y los grupos especiales sobre detención arbitraria”.

 

 

Es decir, que se le había concedido la venia pero con el pañuelo en la nariz porque esa instancia, como todo el mundo sabe, no es la adecuada para que un jefe de Estado intervenga. Valdría la pena preguntarse cuántos presidentes han acudido al Consejo de Derechos Humanos de la ONU y cuántos de ellos, si los hubiere, han tenido que rogar la gracia de que se les programe una “sesión especial” para defender su gestión en la materia. ¿Es que acaso no existe una Cancillería que exponga los argumentos de Venezuela sin pasar la pena de padecer a un mal orador como Maduro?

 

 

Vale hacer énfasis en lo dicho por el alto comisionado de derechos humanos de la ONU, el jordano Zeid Ra’ad al Hussein, mediante un video grabado en Nueva York, en el cual denunció las presiones contra los jueces y fiscales cuando lidian con “casos políticamente sensibles”.

 

 

Zeid mencionó a la jueza María Lourdes Afiuni y a Leopoldo López y dijo que “son ilustraciones evidentes de estos problemas”. Además, criticó “las amenazas e intimidación que sufren periodistas, abogados y defensores de derechos humanos”. Lo dicho: es que Nicolás no pega una en sus giras.

 

 

Editorial de El Nacional

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